Javier Fumero

Que alguien le meta mano a las residencias de ancianos

Ancianos residencia.
Se han registrado 19.440 víctimas mortales por COVID-19 en las residencias de ancianos de toda España

Atención, pregunta: ¿alguien tiene dudas sobre la obligación que tiene este país de enmendar los errores que se han cometido en las residencias de ancianos durante la pandemia? A mi me parece que no. Y no hay tiempo que perder.

Las cifras están ahí y son… tremendas. El número de víctimas mortales que la COVID-19 ha dejado en las aproximadamente 5.457 residencias de ancianos españolas –entre públicas, concertadas y privadas- se sitúa en 19.440 según los datos proporcionados por las comunidades autónomas. Es brutal.

Sin embargo, pasan las semanas, se acerca el desconfinamiento total, se habla de un posible rebrote del virus en otoño, y uno sigue echando en falta que nuestros políticos dejen de tirarse los trastos a la cabeza y se pongan manos a la obra.

Hay mucho por hacer. Mucho. La vulnerabilidad demostrada por esos centros ha sido impresionante. El coronavirus hizo estragos en esos lugares sin apenas encontrar resistencia. Sólo allí donde hubo profesionales sanitarios que decidieron, por su cuenta y riesgo, blindar los recintos (en muchos casos, quedándose ellos enclaustrados dentro), se evitó una masacre.

Es preciso revisar muchas cosas, como esa figura del geriatra que decidía desde el hospital si derivaba allí o no a los enfermos más jóvenes. Habrá que exigir una dotación mínima de médicos y enfermeros en esas casas, aunque esto suponga encarecer las facturas. Será preciso idear un protocolo eficaz para este tipo de alarmas y dotar con material de protección a los profesionales.

Algunos centros recibieron instrucciones contradictorias de las administraciones, consignas que en otros casos variaban según transcurrían las semanas. En algunas residencias hubo una auténtica ola de contagios entre el personal laboral, que tuvo que aislarse y dejó sin atender servicios esenciales.

En bastantes casos fallecieron residentes y nadie acudió a buscarlos. Las funerarias alegaban que no tenían equipos de protección para enviar a los empleados a recoger cadáveres. Tampoco acudían los médicos a certificar las defunciones. Todo estaban desbordados.

Los expertos deberán pronunciarse y sugerir los cambios pertinentes. Pero para eso, nuestros líderes deberían estar enchufados y en onda, solicitar ideas, reunir propuestas y decidir.

Pero basta asomarse a la prensa para constatar que quien debe liderar esta reacción ni está ni se le espera. Nuestros representantes públicos están más preocupados por erosionar a sus rivales que buscando soluciones.

 

Pablo Iglesias asegura que es una cuestión que no le atañe: corresponde a las comunidades autónomas. En Madrid, Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado se están despellejando en público por esta cuestión, con filtraciones, estocadas bajas, puñaladas traperas, malas artes... Rocío Monasterio habla de 'geriatricidio' y culpa a Podemos y Ciudadanos del desastre. 

Venga, chicos: sigan jugando a los maquiavelos mientras España entera espera una solución eficaz para esa sangría de muertos llamada “residencias de ancianos”.

Más en twitter: @javierfumero

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