Los muertos del covid-19

UCI de un paciente por Covid-19
UCI de un paciente por Covid-19

Estamos asistiendo a una guerra de cifras sobre el tema al que alude el título de este artículo.

Por pura didáctica, sin que ello suponga menosprecio por una sola de las muertes que nos ha provocado la pandemia que padecemos, redondeando a la baja a unidades de mil, tenemos una cifra oficial de muertos por coronavirus que ronda los 27.000 y, con origen en distintas secciones de la Administración; Registros Civiles, INE, coincidentes  con las que tienen su origen en los servicios ofrecidos por las funerarias, que rondan los 43.000.

El objeto de estas líneas es dar una explicación razonable a esta diferencia de 16.000 fallecidos y, conocidas las causas, no secretas pero sí discretas, de las mismas, sacar las conclusiones lógicas sobre la gestión de la pandemia en España.

La cifra menor de fallecidos, tal como expresa el Ministerio de Sanidad, corresponde a personas de las que consta su fallecimiento por coronavirus, por haber sido testadas y diagnosticadas de la infección. La cifra mayor resulta de la comparación  de los fallecimientos producidos durante la pandemia  con los producidos en el mismo período de años anteriores.

Habida cuenta de que la paralización derivada del estado de alarma ha disminuido drásticamente el número de fallecimientos por accidentes, no hay otra causa que justifique la diferencia que el coronavirus. Otra cosa es que estos 16.000 fallecidos lo sean por infección del covid-19.

Algunos pueden serlo y no haber sido diagnosticados ni testados, como es el caso de muchos residentes en las residencias de ancianos, a quienes se negó el ingreso en hospitales; otros fallecimientos  responden a enfermedades distintas del coronavirus que pudieron, en circunstancias sanitarias normales, ser tratadas y haberse evitado el fallecimiento, pero que, por el colapso sufrido por muchos centros sanitarios, no pudieron ser convenientemente atendidos, con resultado de muerte de los pacientes.

Aunque la causa clínica de la muerte no sea  en estos casos el covid-19, resulta indudable que la causa profunda, el motivo real y determinante de ese fallecimiento tiene su origen en la pandemia con dos eslabones causales: el colapso sanitario y la consiguiente desatención mortal del paciente.

Téngase en cuenta que las dos causas a las que acabo de aludir, que explican el plus de 16.000 muertes, conectan directamente con decisiones tomadas por las autoridades sanitarias de dudosa legalidad y moralidad: la negativa al ingreso hospitalario, facilitando únicamente morfina y analgésicos a las residencias de ancianos y la dolosa ocultación de la gravedad de la pandemia, que provocó los contagios masivos y el colapso de los centros sanitarios.

Siendo esto así, las cifras reales de fallecidos dan una proporción de más de novecientos muertos por millón de habitantes, lo cual supone que somos el país con mayor proporción de fallecidos por habitante del mundo. También ostentamos el récord mundial de sanitarios contagiados: el 20 % de los sanitarios, lo cual duplica el porcentaje de sanitarios contagiados del siguiente país, Italia, con un 10% y muy lejos de EEUU, con un 3% o de China, con un 3,8%.

 

La causa de este hecho está en la desprotección con la que los sanitarios españoles han debido trabajar: batas, mascarillas, guantes y demás elementos protectores de los que han carecido, a pesar de haberlos solicitado desde el minuto uno de la pandemia.

Estos son los hechos. Vamos con las causas. No lo son algunas de las alegadas, desde la más pintoresca: nuestra ubicación más al Este que Portugal…, hasta las más injustas: culpar a los sanitarios, por no protegerse ni proteger. La causa la encontramos al observar estas variables:

            1.- La información que llega a los Gobiernos nacionales, a partir de enero y especialmente durante el mes de febrero, sobre la realidad de la pandemia, de cuyo contenido y conocimiento por el Gobierno español  vamos teniendo cumplida y documentada información.

            2.- La omisión de medidas de prevención, provisión de material sanitario y aislamiento en las semanas siguientes. En especial, la desinformación de la amenaza que se cierne sobre la población a la base social. Esta desinformación dolosa, provoca la continuidad de las reuniones, eventos deportivos y políticos, manifestaciones ideológicas etc., con el común denominador de constituir, cada una de ellas, una bomba expansiva del coronavirus.

            3.- La incompetencia profesional demostrada por el centro único en la compra de material sanitario caro, tardío y defectuoso, con los consiguientes efectos de desprotección, contagios, fallecimientos...

            4.- La corrupción, que supone delito de malversación de caudales públicos, en algunas de las compras de material sanitario. Vale la pena pormenorizar, a título de ejemplo, una plenamente documentada en el BOE y Registro Mercantil, sobre el proceso de adquisición de 200 respiradores:

            - BOE de 28 de abril: contratación de 200 respiradores por 8,2 millones de euros a TEC PHARMA EUROPE con dirección desconocida y oferta única (40.000 euros cada respirador, cuando el precio del más sofisticado, en la red, cuesta 3000.)

            - Esta sociedad se constituye el 30 enero de 2019, tiene el capital mínimo: 3000 euros y su socio único y Administrador único es Bazaz Bazarian.

            - BOE de 12 de mayo: corrección; la dirección de Tec Pharma Europe es la calle Nogal número 5 de Granada (en Google en esa dirección aparece Neoclima, no la sociedad indicada.)

            5.- Consecuencia de lo que precede, a partir de la segunda decena de marzo crecen de un modo exponencial los contagios, colapsan muchos centros sanitarios y con ello crece el número de fallecimientos,  hasta superar los novecientos diarios a finales de ese mes. Haber retrasado varias semanas el estado de alarma, desde que se tuvo la información sobre la gravedad de la pandemia, hasta que se decretó el 14 de marzo, ha costado la vida a miles de personas, no solamente los infectados, sino también los no atendidos de sus respectivas enfermedades por el colapso de los centros sanitarios. En este contexto, la falta de medios de protección de los profesionales sanitarios constituye un agravante de negligencia por parte de las autoridades sanitarias.

Es cierto que, de haber seguido sin el estado de alarma durante un mes más hubiera supuesto un crecimiento mucho mayor del número de contagios y fallecimientos. Así se autoelogiaba Pedro Sánchez en el Congreso, para pedir una nueva prórroga del estado de alarma.

Pero lo cierto es que se ha equivocado por partida doble, en el inicio y en la conclusión. En el inicio, por todo lo que queda expuesto.

En la conclusión, porque el estado de alarma, medida imprescindible para evitar la expansión incontrolada de la pandemia, tiene un efecto perverso sobre la economía y debe ser la prudencia del gobernante, bien asesorado económica y sanitariamente, la que determine el período imprescindible de paralización económica y el modo de hacer compatible la actividad económica con la prudencia sanitaria.

La gestión del Gobierno de España en el inicio de la pandemia perjudicó la salud y perdió vidas defendibles y en la desescalada está perjudicando la economía, más allá de lo imprescindible para garantizar la salud.

Hemos padecido ideología por encima de la salud de los ciudadanos en general  y de la vida de los mayores en especial, incompetencia y corrupción con desprecio de la protección de sanitarios y ciudadanos.  Los ciudadanos no tenemos más recurso que acudir a los tribunales en demanda de justicia, sencillamente contando nuestro relato en el juzgado más próximo y confiar en que, hoy por hoy, vivimos en un Estado de Derecho.

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