Nadie se cree las cifras de contagios

El baile de cifras diarias de contagiados por el coronavirus se sigue con el lógico interés, a la vez que con desdén: ninguno nos las creemos.

No es posible que se afirme que hay 47.000 personas contagiadas en España y, a la vez, que 130.000 españoles están de baja por el coronavirus.

A la vez, todos sabemos que los casos leves, sin test, se siguen tratando con paracetamol y cuarentena en casa. Y todos esos miles de casos ni se cuentan, claro está.

“El País” publicaba que el número de contagiados en España, según la estimación más conservadora, es de 150.000, y según la estimación más elevada es de 900.000. ¡Vaya horquilla!

Por otra parte, el presidente del CIS afirmaba que son “carroñeros” quienes critican la acción del Gobierno, o mejor dicho su falta de prevención e inacción. Es asombroso.

Y esta convicción de cifras falsas envuelve la encuesta del CIS de marzo, conocida ayer. Realizada entre el 1 y el 13 de marzo, sin recoger el estado de alarma, esta encuesta ya era objeto de menosprecio antes de conocerse, preguntándonos a ver cómo lograba Tezanos que saliera airoso  Pedro Sánchez. Probablemente sea la encuesta del CIS que menos se merece un comentario. Nadie se la cree.

En estos días de sufrimiento por la pandemia del coronavirus, va creciendo simultáneamente una ola de rabia entre los ciudadanos especialmente contra el Gobierno.

 La rabia se concentra en la falta de prevención, la comunicación falsa y la gestión muy deficiente, por las manifestaciones del 8-M, las palabras de Fernando Simón de que a España llegaría sólo algún caso aislado diagnosticado - ¡dichas el 31 de enero! – la falta de material sanitario para médicos-enfermeras-residencias, y un largo etcétera que no es preciso ni mencionar.

El Gobierno llega tarde y mal, y desde luego no sirve la excusa de que es un problema mundial: se puede hacer peor, pero es difícil. La incompetencia y el sectarismo explican en gran medida lo que está pasando, y entre todos hemos de contribuir a que las consecuencias no sean tan mortales ni perjudiciales para nuestras familias y empleos como su ineptitud es capaz de prolongar y aumentar.

 

Algunos hablan de “guerra”, o incluso de Tercera Guerra Mundial. No lo es: es la mentira encarnada en un Gobierno. Quien votó a Pedro Sánchez o Pablo Iglesias no quiso ver su incompetencia y sectarismo, y ahora lo pagamos todos.

Se cumple que “la primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”, frase del senador estadounidense Hiram Johnson en 1917, para quien piense que es guerra, o para los que pensamos que es una catástrofe humanitaria que se podía y debía gestionado mucho mejor. Se nos ha mentido, y se nos miente: no se ponen los medios para saber cuántos son los contagiados.

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