El nuevo presidente de Santander España limpió de activos tóxicos el negocio del Popular que ahora dirigirá

Desde Morgan Stanley, Luis Isasi cerró la venta a Blackstone de la mayoría del patrimonio inmobiliario del banco absorbido. Está reportando elevados beneficios para la entidad de Ana Botín

Banco Santander
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El Santander acaba de elegir al banquero de inversión Luis Isasi como presidente no ejecutivo del grupo en España. La entidad que dirige Ana Botín y el fondo Blackstone cerraron con elevados beneficios el primer año de actividad, que ni siquiera fue completo, de la sociedad conjunta que crearon con los activos tóxicos del Popular.

El pasado julio, Luis Isasi Fernández de Bobadilla, anunció que, en febrero de 2020, dejaría la presidencia de Morgan Stanley tras 32 años al frente del banco de inversión estadounidense en España.

En el sector se dudaba de que el banquero se fuera a jubilar, cuando tenía todavía una fuerte influencia en las compañías del IBEX y el mundo del dinero en España.

Pues bien. La comisión de nombramientos del Banco Santander ha propuesto la incorporación de Luis Isasi como nuevo consejero y presidente no ejecutivo del grupo en España.

Venta exprés del activo tóxico del Popular

Fuentes financieras consultadas por Confidencial Digital recuerdan ahora que el Santander quiso darse prisa con la venta del ‘ladrillo’ del Popular tras la absorción de la entidad en junio de 2017.

Y encargó precisamente a Morgan Stanley, con Luis Isasi todavía al frente del negocio del fondo en España, un plan de venta exprés de los activos tóxicos heredados.

Se trataba de poner en orden todo el balance inmobiliario y definir el mejor camino para cada tipo de activo. Pero el trabajo de Morgan Stanley, que fue liderado por su director general, Juan González Pedrol, (aunque con la supervisión directa de Isasi) no se centró sólo en resolver el problema del ‘ladrillo’ del Popular.

También se entrevistó con inversores para que analizasen los activos y preparasen ofertas. Además, Morgan Stanley aseguró la financiación a Blackstone para la compra.

Hay que recordar que el Santander cerró en el verano de 2017 vender el 51% del negocio inmobiliario heredado de Popular al fondo estadounidense con la intención de deshacerse lo antes posible del riesgo de la elevada exposición al ‘ladrillo’ que había generado con la compra de la entidad quebrada.

 

La operación se formalizó en marzo del año pasado, cuando se terminaron todos los trámites burocráticos, se logró la financiación para la sociedad conjunta (para lo que se recurrió a un macropréstamo sindicado de 7.300 millones), se recibieron las autorizaciones regulatorias necesarias y el banco traspasó efectivamente los activos más el 100% del capital de Aliseda.

En la operación, el Banco Santander atribuyó a los activos un precio de 10.000 millones de euros para una cartera de 30.000 millones de valor nominal compuesta por inmuebles adjudicados, créditos dudosos procedentes del sector inmobiliario y otros activos relacionados con esa actividad del Popular y sus filiales.

El responsable de las gestiones en el Santander fue Javier García Carranza, director general adjunto al mando de Reestructuraciones, Inmobiliario, Participadas y Capital Riesgo. García Carranza había fichado también por la entidad que preside Ana Botín procedente de Morgan Stanley, donde era responsable del área inmobiliaria en Londres.

No se pasa por alto que el mandato a su antigua entidad era entonces uno de los más codiciados en el sector de la banca de inversión y la mayor operación inmobiliaria de una entidad financiera en España hasta el momento.

Beneficio para el banco el primer año

La sociedad Quasar, participada al 49% por el banco y al 51% por el fondo norteamericano, ganó 1.023 millones de euros en 2018, según se recoge en el informe anual del Santander.

Sin embargo, no se trata de ganancias derivadas de la operativa ni de la venta de los inmuebles o créditos que componen el activo de la compañía, aunque la sociedad conjunta se ha dado toda la prisa posible en empezar a operar, incluso con algunos ganchos incluidos para incrementar las ventas, como la financiación que concede Santander a los compradores de los inmuebles para agilizar las operaciones.

Pese a ello, fuentes financieras señalan que los 1.023 millones de beneficio de Quasar y de los que Santander se queda el 49%, el equivalente a 501 millones, son resultado de una revalorización contable de los activos realizada tras la constitución de la sociedad y diferente (más alta) de la que se hizo en el momento de la compraventa.

Ha remontado la actividad inmobiliaria

El Santander decidió dar de alta la sociedad en el balance por un importe de 1.701 millones. Pero las valoraciones realizadas en el acuerdo de compraventa duraron poco. Un experto independiente ha revisado la cartera y el resultado es que la tasación ha mejorado y que es sustancialmente superior a la que se hizo en su momento.

Por ello, el banco ha apuntado un resultado neto de 1.023 millones a Quasar, del que se lleva casi la mitad en forma de beneficio contable, ya que no se trata de un ingreso contante y sonante.

Este resultado contable se ha integrado en la actividad inmobiliaria de Santander, un segmento de negocio que está en pérdidas, a pesar de que las cifras han mejorado en 2018. Los números rojos alcanzaron los 242 millones, un 21,5% inferiores al ejercicio anterior.

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