Javier Fumero

El oficio de militar

España está de luto. Ha muerto un casco azul en Líbano y once militares extranjeros han perdido la vida en una base aérea española.

Les voy a decir una cosa. Se puede sintonizar con la mentalidad castrense o apostar por el pacifismo. Pero nunca dudar de la profesionalidad y entrega de los soldados españoles.

Lo he contado en alguna ocasión. Conozco a varias personas que eligieron el oficio de militar. He pasado tiempo con ellos y charlado largo y tendido. Y debo decir que los admiro por muchos motivos.

En primer lugar, porque dan más de lo que reciben. Cosa absolutamente extraña en la sociedad en la que vivimos, más inclinada a dar gato por liebre que su contrario. Hay de todo (como en todas partes) pero los que yo conozco son trabajadores abnegados, discretos y leales.

Habitualmente sirven a su país sin exigir explicaciones, son amantes del orden y dispuestos al sacrificio personal cuando la ocasión lo requiere. Son personas francas y directas, honestas e íntegras.

Y para colmo, contribuyen a ensalzar la ‘marca España’. Fuera de nuestras fronteras tienen un prestigio mítico, una reputación excelente. Tienen fama de eficaces, creativos, solícitos y capaces de una integración magnífica con la población civil del país en el que desarrollan sus misiones. Como ningún otro cuerpo extranjero.

Por eso son días de luto y mucha pena para todos. Menos para los mezquinos.

Más en twitter: @javierfumero

 
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