José Apezarena

Pablo Casado es un killer

Pablo Casado y Fernando Martínez-Maíllo
Pablo Casado y Fernando Martínez-Maíllo

A Pablo Casado no le tiembla el pulso, a la hora de activar la guillotina y cortar cabezas en el partido que preside desde hace tan poco tiempo.

La ocasión ha llegado quizá demasiado pronto, como consecuencia del adelanto electoral al 28 de abril. Él no ha elegido el momento, pero ha aprovechado la necesidad de confeccionar las listas de las generales para proceder a una auténtica limpia.

Así, el presidente del PP se ha comportado con enorme determinación. Con las cualidades de un auténtico killer. No falta quien le ha recordado unas palabras suyas, en plena batalla de las primarias: “Si yo gano, nadie pierde”. No decía verdad. O al menos no lo ha cumplido.

Ahí está la escabechina de “sorayistas” que ha promovido. Uno de los casos es el de Fátima Báñez. Ella ha dicho ahora que no quiere seguir en la política, pero, evidentemente, es el típico caso de la renuncia de quien percibe que ya no cuentan con él. Es marcharse antes de que te despidan. Lo mismo ha anunciado Íñigo Méndez de Vigo. Otro de los que se queda fuera es Cristóbal Montoro.

Es de notar el aparcamiento de Fernando Martínez Maíllo, llamativo dada la personalidad y trayectoria de quien, en la práctica, ha llevado el PP estos últimos años. Deja en Zamora el primer puesto al Congreso para pasar a encabezar la lista al Senado, en una especie de premio de consolación.

Existen otros muchos marginados, algunos de ellos recolocados malamente en puestos de segunda o tercera, como Juan Ignacio Zoido y José Manuel García Margallo, además de Rafael Hernando, enviados al exilio de Estrasburgo.

No se ha entendido muy bien el movimiento de Dolors Montserrat a Europa, cuando durante estos meses ha llevado la portavocía en el Congreso y, como catalana que es, aspiraba a encabezar la lista por Barcelona. Se ha visto desplazada por una sorprendente, y hasta ahora siempre díscola, Cayetana Álvarez de Toledo. Dicen que es para pelear mejor con Inés Arrimadas, pero eso también podría haberlo hecho Dolors Montserrat.

Como digo, a Pablo Casado no le ha temblado el pulso.

Y es que, a cuenta de las listas de las generales, ha aparecido el nuevo PP, el PP de Casado, con rostros y caras novedosas, que, además de otros factores internos, reflejan el relevo generacional que ya se ha producido en el partido. Seguramente hacía falta que salieran personajes como Celia Villalobos y otros.

 

Hablo de escabechina, de limpia, pero lo cierto es que eso mismo hicieron, y con parecida determinación y rotundidad, sus antecesores.

Lo aplicó José María Aznar, cuando heredó de manos de Manuel Fraga la presidencia, y otro tanto ejecutó el sucesor, Mariano Rajoy, arrumbando a los llamados aznaristas. Aquí tuvo un problema, porque no pocos de ellos quedaron enquistados dentro de la organización y después le han dado bastantes disgustos.

Hablando de killers, desde luego lo es también, y quizá hasta más, su rival Pedro Sánchez que ha aprovechado las candidaturas a las elecciones de abril y a las de mayo para exterminar a un elevado número de viejos socialistas.

El penúltimo, José Blanco, ex ministro y eurodiputado, que llevaba tiempo haciendo méritos ante el jefe para conseguir que le “perdonaran” su pasado. Él creía que lo había conseguido, y, sin embargo, acaba de ver cómo le deja fuera de la lista al Parlamento Europeo, donde se encontraba tan cómodo. Y bien pagado, por supuesto. Algo parecido le ha ocurrido a Elena Valenciano, pero esta no se había empeñado en lo de los méritos.

Al final, estamos hablando de política. Y en política estas cosas han ocurrido, ocurren y ocurrirán. Y seguramente no tienen solución.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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