¿Qué pactamos con los nacionalistas?

Flota en el ambiente la idea de que para poder alcanzar el poder y gobernar España es imprescindible pactar con los nacionalistas. También hay quien cree que en el País Vasco para arrebatar el Gobierno al PNV hay que acercarse a ellos y asimilar sus argumentos, con la pretensión de que los ciudadanos prefieran votar al sucedáneo antes que al original.

Al propugnar una política de pactos con los nacionalistas, es decir un “concierto o tratado entre dos o más partes que se comprometen a cumplir lo estipulado”, el término pacto debemos entenderlo como   cesión, cuya descripción es “renuncia de algo, posesión, acción o derecho, que alguien hace a favor de otro”. Porque así es como entienden los nacionalistas los pactos y así es como se ha venido haciendo desde el inicio de la democracia.

Tanto los socialistas, como los populares han interiorizado desde hace décadas que pactar con los nacionalistas es ceder en sus reivindicaciones. Sin embargo esto no tiene porque ser así. Cuando se habla de pactar con los nacionalistas se puede hacer desde otra óptica, la de que sean ellos los que de una vez por todas asuman la legalidad española y sean leales a la Constitución. ¿Qué otros pactos pueden alcanzarse? ¿Acaso el de aceptar la imposición lingüística que impide que los niños de determinadas comunidades autónomas puedan estudiar en castellano? ¿O reconocer la condición de naciones de ciertas comunidades? ¿O aceptar el derecho del “pueblo vasco” a decidir su propio futuro?

No se puede obviar el hecho de que desde la Constitución de 1978, el Estado ha hecho ímprobos esfuerzos por contentar a los nacionalistas dando y dando competencias para tratar de saciar sus aspiraciones y vanamente, en el caso del PNV, de que colaborasen en la lucha contra el terrorismo. ¿Hay alguien que pueda decir que los nacionalistas han correspondido con la misma buena voluntad? Todo lo contrario, a cada paso que avanzan plantean un nuevo reto y así hasta el objetivo final, que no es otro que la independencia.

¿Pactar con los nacionalistas? Claro que sí. Pactemos con ellos la lealtad institucional, pactemos el respeto a la Constitución, pactemos la gestión eficaz de las instituciones, pactemos la construcción de infraestructuras, de hospitales, de colegios, pactemos todo aquello que redunde en un beneficio real en la vida diaria de los españoles. Jamás pactemos nada que contribuya a la desunión, a la falta de solidaridad, a la ausencia de libertad o al debilitamiento de la cohesión nacional.

Son ellos los que se tienen que acercar a nosotros, son ellos quienes tienen que respetar las reglas del juego, quienes tienen que contribuir a sumar, a que, juntos, los españoles de toda condición construyamos una España cada vez más fuerte que nos cobije a todos y en la que estén garantizados todos nuestros derechos y libertades. Tendamos la mano a los nacionalistas, si, pero para que sean ellos quienes vengan hacia los postulados que permiten que España sea, no para seguir adentrándonos en su desintegración.

 
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