Palabras y miradas, ‘armas’ para el duelo mundial por la pandemia de los ‘abrazos rotos’

Vivió el 11-S en Nueva York y el 11-M en Madrid. Laura Rojas-Marcos es doctora en Psicóloga Clínica y terapeuta. La España que se ahoga naufraga en su despacho. La España confinada por culpa del coronavirus ha convertido su teléfono en un respirador, porque entre la marabunta de miedos y muertes, arroja luz para que esta tragedia tenga un duelo que nos saque del shock lo antes posible

Laura Rojas-Marcos, psicóloga clínica y terapeuta, tiene su consulta en Madrid.
Laura Rojas-Marcos, psicóloga clínica y terapeuta, tiene su consulta en Madrid.

Laura Rojas-Marcos es psicóloga clínica y terapeuta, y en estos días no para de atender a pacientes, compañeros, vecinos y seres queridos. Atraviesa “momentos muy difíciles y dolorosos, como todo el mundo, pero mi propósito es ayudar y aportar lo que pueda estar en mi mano”. Sobre su presente planea la sombra alargada de lo que vivió en 2001, cuando las Torres Gemelas se vinieron abajo en un atentado terrorista sin precedentes que nos dejó a todos clavados ante el televisor mientras se nos abría un abismo de miedo e inseguridad bajo nuestros pies.

Aquellos aviones inhumanos, aquel apocalipsis de derrumbes, aquel caos de corazones y almas que explotaron al unísono, le tocó palparlos en el epicentro neoyorkino, en cuya Universidad Albert Einstein, de Yeshiva, cursó el Máster en Psicología que hoy le da alas para animar a volar a quienes están enjaulados por la ansiedad de una batalla cruel llamada coronavirus.

Mientras el mundo occidental se levantaba lentamente del aplastamiento moral del 11-S, Laura fue voluntaria de apoyo para la Cruz Roja y colaboró en el Proyecto Libertad puesto en marcha por el Gobierno federal de Estados Unidos para ofrecer asistencia psicológica a las víctimas. Una gota de esperanza en un océano de torbellinos interiores.

Desde 2002 reside en Madrid, donde obtuvo el título de psicoterapeuta en la Universidad Autónoma y completó los cursos del doctorado en Psicología Clínica, Forense y de la Salud en la Universidad Complutense. Y dónde se encontró nueve años después con la explosión del 11-M y todos los efectos colaterales de la metralla de aquel odio irracional que viajaba en trenes de cercanía.

Un 11-S y un 11-M después, con mucha mili sobre sus espaldas, mantiene humeante su consulta como especialista en trastornos de ansiedad, depresión, duelo, trauma, maltrato, Oncología y relaciones de pareja y familiares. La España que se ahoga naufraga en su despacho. Hoy: la España confinada por culpa del coronavirus ha convertido su teléfono en un respirador. 

Entre dramas en directo y en diferido que dejan huella, desde El Confidencial Digital hemos llamado a su puerta para preguntarle cómo superar el duelo de tantas muertes inesperadas, rápidas, solitarias, masivas de esta crisis de salud pública que ha puesto España patas arriba. Porque estos muertos son de todos. Voz forjada en mil batallas al otro lado de la línea: “Todos los duelos son siempre dolorosos. Los más traumáticos, como los derivados del estado de alarma global que nos impide acompañar, apoyar y abrazar a nuestros amigos y familiares en persona, harán que procesemos el duelo más lentamente, pero lo podremos superar con la ayuda y el apoyo de nuestros seres queridos, aunque sea desde la distancia”.

Con la experiencia de 30 años en la cabeza y en el corazón de muchas personas que sufren, Rojas-Marcos considera que la mejor manera de ayudar a los familiares de personas que han perdido a un ser querido estos días es “sentir su sentimiento, su dolor, su sufrimiento. Contenerse o reprimirlos no es lo mejor. Hablar de todo esto con las personas que queremos nos servirá, aunque no elimine el dolor por la pérdida. No podremos abrazarnos físicamente, pero sí podemos abrazarnos con la palabra y con la mirada”.

La mejor manera de ayudar a los familiares de personas que han perdido a un ser querido estos días es “sentir su sentimiento, su dolor, su sufrimiento. Contenerse o reprimirlos no es lo mejor”

Morgue de hielo en Madrid. Tanatorios que hiperventilan en muchos puntos negros del resto del país. Ataúdes con historias truncadas en la pista con las familias rotas encerradas en sus casas…

¿Cómo superar la obligación de no poder estar en el velatorio o en el funeral de un familiar o amigo en estos días de estado de alarma?

 

Aceptando la situación. A pesar del dolor, en estas circunstancias tan excepcionales todos nos vemos forzados a seguir las normas y leyes. No olvidemos que se han tenido que aplicar por fuerza mayor y responsabilidad social. En vez de centrarnos en lo que no podemos hacer, enfoquemos nuestra acción a lo que sí podemos: llamar, hablar, estar pendiente de aquellos que están sufriendo.

Con un crespón negro en el ánimo de todo un país en vilo, una pregunta que adelanta y trasciende el momento:

¿Es sano que todos pensemos en que la muerte está siempre al acecho para aprender a vivir mejor?

-La muerte es parte de la vida, es la realidad de todo ser vivo, pero estar demasiado pendiente de ella tampoco es necesario. Aprendemos por deseo, necesidad, curiosidad y a partir de la experiencias positivas y negativas de la vida. La muerte no es el motivante. Es la propia vida la que nos aporta la energía para aprender”.

Según Laura Rojas-Marcos, lo primero que tenemos que hacer cuando pase la pandemia para mitigar el duelo y seguir viviendo sin el dolor de una pena crónica es “abrazar a la persona que necesitamos sentir, sea quien sea. El abrazo alivia, consuela y carga de energía positiva. Cuando se haga la luz, animo a salir a la calle a dar un paseo, irse a un parque o a cualquier lugar rodeado de naturaleza, pero, sobre todo, a reunirse con los seres queridos”.

Lo primero que tenemos que hacer cuando pase la pandemia es “abrazar a la persona que necesitamos sentir, sea quien sea. El abrazo alivia, consuela y carga de energía positiva”

 

 

¿Qué duelo debemos hacer entre todos, como sociedad, ante unos muertos que son también nuestros?

No olvidarles nunca. Como sociedad no debemos olvidar a aquellas personas que nos ayudaron, apoyaron y se esforzaron por hacer nuestro día a día más llevadero en estas circunstancias. Nunca deberíamos olvidar a quienes fueron generosos y a quienes nos salvaron la vida. Aprendamos de esta experiencia de una forma madura, responsable y con sentido común, porque no podemos dar por hecho lo que hemos construido entre todos sin valorarlo cada día más.

A los sanitarios

Para los profesionales sanitarios que se están dejando la salud en esta pandemia. Para esos que querrían curar, cuidar y volcarse con cada paciente y con los familiares de cada fallecido como si en el mundo fueran seres exclusivos. Para los médicos, enfermeros, auxiliares, celadores y farmacéuticos que duermen mal o se ven impotentes por no tener un minuto para pararse a empatizar lo que llevan dentro en estos momentos de vértigo. Rojas-Marcos reconoce que “su situación es muy dura y difícil, ya que parte de su propósito como profesionales de la salud es tratar y curar, dar apoyo a pacientes y familiares”. Y nos dice a toda la sociedad al oído: “Debemos empatizar con ellos al máximo, respaldarles y tener en cuenta en todo momento que están dando lo mejor de sí mismos en unas circunstancias extremas de emergencia”.

¿Ha cambiado su percepción sobre las teorías del duelo en estas circunstancias casi apocalípticas?

-Después de haber vivido los atentados del 11-S en Nueva York y el 11-M en Madrid, experiencias que marcaron un antes y un después en mi vida personal y profesional, he aprendido que el duelo es diferente para cada persona, que todos tenemos un ritmo y unas necesidades específicas para procesar el sufrimiento. Pero he podido comprobar con los años que el amor, el acompañamiento, la conexión con otras personas, la empatía, la amabilidad, la paciencia y el tiempo nos ayudan a todos.

El pasado 17 de marzo, en medio del confinamiento, a Laura Rojas-Marcos les sorprendieron por la espalda los radiantes 50. En pleno confinamiento. Sola en casa. “Pasé mi primer medio siglo de vida -ahora vamos a por el segundo- celebrándolo con mis íntimos amigos por vídeo llamada. Gracias a ellos y a las nuevas tecnologías, estuve acompañada. Cada uno de nosotros estamos viviendo esta situación de forma diferente, pero a pesar de la distancia física, como dijo el filósofo Heidegger, “el hombre está acompañado incluso cuando está solo”.

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