Parón universal

Posible menor afectado de Coronavirus en Barcelona
Posible menor afectado de Coronavirus en Barcelona

Quien lo iba a decir, que un virus chino conseguiría parar el mundo. Por más que hubieras pensado que estabas saliendo de la recesión hacia un mundo otra vez feliz, con el ibex por las nubes y el gobierno sentado en una mesa infinita con gente variopinta, par empezar a dialogar lo que siempre se ha llamado ‘diálogo de sordos’, viene un virus chino, chiquito pero matón, y pone patas arriba al mundo mundial.

Se agotan las mascarillas, la gente se mete en su casa para que no la pongan en cuarentena por haber coincidido en el metro con un posible infectado, se juntan las organizaciones mundiales de la salud para ver que hacer con ese virus distinto del que todavía no hay forma de librarse porque la medicina no ha avanzado tanto como creíamos cuando llegábas a soñar con la inmortalidad.

No tiene todavía modo de curación. Ni siquiera puedes echarle la culpa a Putin o Tump por intentar ser eficaces infectando a China, que se les escapaba hacia ser la primera potencia mundial, porque a ellos también les ha caído el virus, no como cuando Putin envenenaba a un disidente. Ahora todos y todas podemos ser infectados en cualquier lugar del mundo.

La única ventaja es que si nos toca a todos parar, estaremos todos en la misma situación cuando esto acabe. Más pobres, con el susto metido en el cuerpo, pero en mejores condiciones de volver a empezar, sin tanto postureo de que somos los mejores, y más conscientes de que las cosas que produce la naturaleza es posible que tardemos más tiempo en entenderlas y controlarlas. No es sólo el plástico o la contaminación lo que nos ataca, sino también los virus que ni siquiera imaginábamos.

 
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