Pedro Sánchez pidió ayuda al rey para resolver la crisis del Brexit por Gibraltar

Así se vivieron las últimas horas antes del acuerdo final. El documento del que presume el Gobierno es el de menor rango jurídico en la UE

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Pedro Sánchez, durante su intervención tras el Consejo Europeo extraordinario en el que se aprobó el Acuerdo sobre el Brexit.

Dos declaraciones sobre la relación futura entre España y Gibraltar, pactadas a tres bandas entre la Comisión Europea y los gobiernos de Pedro Sánchez y Theresa May, permitieron la aprobación del Brexit con el “sí” español. Una solución de emergencia que desbloqueó el acuerdo in extremis después de más de 48 horas de conversaciones en las que fue necesaria la intervención del rey.

Según explican al Confidencial Digital fuentes gubernamentales, la conversación entre Felipe VI y Jean Claude-Juncker, confirmada por el presidente de la Comisión Europea, fue “fundamental” en un momento en el que las posiciones estaban aún muy alejadas y, con Pedro Sánchez y Josep Borrel lejos de Bruselas, cualquier acuerdo parecía imposible.

La intervención del rey en la crisis del Brexit se produjo después de que Juncker notificara al Gobierno y a la Casa del Rey que se veía obligado a cancelar su visita a la Conferencia de las Regiones Ultraperiféricas de la UE, que se celebraba el pasado jueves en Gran Canaria y que iba a contar con su presencia y la del monarca español.

Esa comunicación por parte de Juncker, que excusó su ausencia por la falta de acuerdo en el acuerdo de salida del Reino Unido de la UE, fue vista como una oportunidad por parte de Moncloa, que trasladó a Zarzuela la “idoneidad” de que Felipe VI mediara en este asunto.

Tal y como reconoció el propio presidente de la Comisión Europea, la conversación con el rey fue decisiva para acercar posturas entre España y el órgano de gobierno de la Unión, y allanó el terreno para que se propusiera una solución que al final fue aceptada tanto por Madrid como por Londres: las dos declaraciones que blindan el derecho de España a ser escuchada sobre Gibraltar.

Llamadas clave desde La Moncloa

Las fuentes consultadas por ECD explican que, ante la coincidencia del viaje a Cuba de Pedro Sánchez y Josep Borrell con la crisis del Brexit, el Gobierno envió a Bruselas a dejar clara la postura del Ejecutivo al secretario de Estado de Asuntos Europeos, Marco Aguiriano, que el pasado viernes salió a primera hora de Madrid para intentar que se cambiara el texto del acuerdo.

Al día siguiente, y recién aterrizado desde La Habana, el presidente, ante la falta de avances en las negociaciones, se fue a La Moncloa para negociar, desde allí y antes de viajar a Bruselas, una solución que pudiera ser asumible por España.

Las fuentes consultadas por ECD afirman que fue una mañana “llena de conversaciones telefónicas” entre las más altas estancias europeas, británicas y españolas. Finalmente, Sánchez aceptó la adenda al texto propuesta por la Comisión Europea para lograr un doble objetivo: llegar a Bruselas con una solución bajo el brazo y para vender como un éxito el acuerdo alcanzado.

Un documento con fecha de caducidad

El presidente, de hecho, llegó a afirmar ante los medios que “con el Brexit perdemos todos, pero respecto a Gibraltar España gana”. Una declaración que altos cargos del Ejecutivo, a los que ha tenido acceso este diario, comparten solo a medias.

 

Estas fuentes afirman que las dos declaraciones pactadas entre la Comisión Europea, Reino Unido y España son, en el fondo, “una declaración política en toda regla, para que las dos partes la puedan vender bien en sus respectivos territorios”.

Además, añaden, dentro de la normativa de la Unión Europea, este tipo de declaraciones tienen el mismo valor que un dictamen: “Son textos con menor rango que los reglamentos, las directivas, las decisiones y recomendaciones. No imponen obligaciones legales y no son vinculantes”.

Pese a ello, sí destacan, tal y como hizo Moncloa el domingo, que, pese a tener un rango menor, estas declaraciones no decaerán pese a que el Parlamento Británico no apruebe el texto del acuerdo para el Brexit. Una “pequeña ventaja” que, sin embargo, tampoco es “definitiva”.

En ese sentido, recuerdan que “la actual Comisión Europea sí da valor a ambas declaraciones, pero el problema es que a partir de las elecciones del 26 de mayo se formará un nuevo gobierno comunitario, que quizá no le otorgue carácter vinculante alguno”.

Con todo, tanto en Exteriores como en Moncloa admiten que el Gobierno solo podía aceptar esas declaraciones como mal menor: “No estuvimos hábiles en la negociación previa y era muy difícil cambiar las cosas. Hay que tener en cuenta que Reino Unido se va pero nosotros nos quedamos, y tampoco es cuestión quedar a malas con la Comisión Europea faltando a la cumbre o votando en contra”.

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