Pedro Sánchez prohíbe a los ministros hablar de economía para que la recesión no entre en campaña

El PP podría acusarle de ser un “Zapatero 2” si niega la desaceleración y además es un asunto que no da votos al PSOE

Pedro Sánchez y sus ministros, en octubre del pasado año.
Pedro Sánchez y sus ministros.

Pedro Sánchez ha llamado a su Gobierno a sacar la economía de la campaña electoral para alejar el fantasma de la recesión. El presidente cuenta que el balance económico de su mandato no le va a dar votos de cara a las elecciones y, por contra, si proporciona munición al PP para acusarle de ser un “Zapatero 2” si niega la desaceleración.

Este mismo pasado fin de semana, Casado aseguró que con el PSOE, España siempre ha entrado en recesión, y para ello se trasladó al año 96 con Felipe González, sobre quien reconoció tener “cierto respeto intelectual” por su postura ante Venezuela.

También se remontó a 2011 con José Luis Rodríguez Zapatero: “Tuvo que adelantar las elecciones, como ahora Pedro Sánchez, porque ya sabía que nos iban a intervenir”, lanzó el líder de los populares. Y ahora, en 2019, “con más desempleo, más déficit, más deuda pública...”, añadió.

Así, el líder del PP cargó contra un hipotético Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias porque es “una aventura que España no puede pagar”.

“No podemos pagarlo. Si llegan al gobierno los comunistas de Podemos tendremos otra recesión (...) como las que dejaron Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero”, ha dicho, tras recordar que el Banco de España ha cifrado en unos 12.000 millones de euros el desvío en el déficit con las medidas del Ejecutivo de Sánchez.

No hablar directamente de economía

Pero el Gobierno tiene decidido no entrar al “cuerpo a cuerpo” con la oposición en materia económica, según ha podido saber Confidencial Digital por fuentes conocedoras de la estrategia del Ejecutivo, que confirman también que la orden ha partido del Palacio de la Moncloa y se ha hecho llegar a los ministerios económicos.

Se tiene en cuenta que los nueve ocho meses de Gobierno de Pedro Sánchez han concluido sin la aprobación de un presupuesto con el que contrarrestar la pérdida de crecimiento y sin una mayoría suficiente para emprender las reformas estructurales con las que adelantarse a futuros escenarios económicos menos favorables que el actual.

La deuda, que en 2018 acabó elevándose en 26.536 millones respecto al año anterior; el paro con un ritmo de reducción previsto inferior al de anteriores trimestres son dos de las grandes preocupaciones de los analistas.

Que la recesión no centre la campaña

Por lo tanto, en la cúpula económica del Gobierno no se pasa por alto ahora que fueron la mala gestión de la situación internacional -crisis de las hipotecas ‘subprime’- y la negación de la burbuja inmobiliaria y financiera española lo que aupó a Mariano Rajoy al Gobierno en 2011 y tumbó durante años la reputación del PSOE.

 

Por ello, Sánchez ha dado orden a sus ministros de que hay que evitar que la recesión centre la campaña del 28-A. Está convencido de que este asunto no va a dar votos al PSOE y, sin embargo, si puede dar munición al PP para poder acusarle de ser un “Zapatero 2” si se empeña en negar la desaceleración.

Se recuerda que el ex vicepresidente económico de Rodríguez Zapatero, Pedro Solbes, escenificó este fracaso en su debate televisivo frente a Manuel Pizarro antes de las elecciones de 2008, cuando negó una y otra vez la crisis que estaba estallando. A posteriori, Solbes reconoció que hubo “fallos de previsión en su Gobierno”.

Casi una década después, la economía española vuelve a experimentar un cambio a peor coincidiendo con el desembarco del PSOE en La Moncloa. De ahí, la consigna de que el fantasma de la recesión no irrumpa con fuerza en los debates de la campaña electoral.

Las cifras de crecimiento, la evolución de la industria, la creación de empresas, la creación de empleo privado o los índices de confianza de los consumidores refuerzan la tesis de que estamos ante un cambio de ciclo que, dependiendo de las políticas que se apliquen, supondrá un enfriamiento o incluso el preludio de una nueva crisis.

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