¿Qué piensan de verdad los empresarios sobre lo que va a pasar con la economía española?

Sede de KPMG en Madrid en la Torre de Cristal.
Sede de KPMG en Madrid en la Torre de Cristal.

Han pasado poco más de diez años desde que la economía mundial tuviera que reinventarse, cuando la primera ficha de dominó cayó con Lehman Brothers y provocó un efecto en cadena que cargó a las espaldas de la población mundial una de las peores crisis económicas de la Historia reciente.

Ningún país se salvó y, en el caso de España, fue uno de los que salió peor parado. Ahora, los gobiernos miran con una tranquilidad incierta el futuro de las economías mundiales sin perder de vista el rastro aún palpable del descalabro de 2008.

Estados Unidos crece a niveles históricos, rozando el pleno empleo; en Alemania, Reino Unido o Japón apenas recuerdan lo que significa la palabra "paro" y España crece a un ritmo del 2,4%. Sin embargo, es pronto para sentenciar que se haya salido de la crisis.

Los estragos de una década perdida son evidentes y la situación geopolítica marcada por el Brexit, la guerra comercial impulsada por Donald Trump contra China o las grandes deudas de los países desarrollados no ayudan a que algunos expertos lleven advirtiendo desde hace semanas de que el mundo se encamina hacia una nueva recesión.

Por ello, la firma de asesoramiento financiero KPMG, en colaboración con la CEOE, ha realizado un informe llamado Perspectivas España 2019, en el que se ha preguntado a 1.000 empresarios españoles sobre la evolución de la economía nacional y su influencia en la situación de las empresas.

La incertidumbre política en España        

Según los datos del informe, la principal preocupación de los empresarios españoles, en un 83%, es la incertidumbre política que vive el país.

En apenas un año, el Gobierno de Mariano Rajoy fue desalojado de La Moncloa a mitad de su segunda legislatura a través de una moción de censura que aupó al líder socialista Pedro Sánchez. Tras nueve meses al frente del Ejecutivo, Sánchez se ha visto obligado a convocar por adelantado elecciones generales para el 28 de abril, debido a la imposibilidad de sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado.

Unas cuentas necesarias para vertebrar el país y que sin duda, también, ejercen como hoja de ruta a las empresas para determinar sus movimientos de negocio. No es de extrañar, por eso, que el 47% achaque a la situación política actual el motivo por el que han paralizado algunas decisiones de inversión.

A esto se le añade que, tras la llamada a urnas, España vive inmersa estos meses en una precampaña electoral constante. Algo que presumiblemente no terminará ni siquiera después de que los ciudadanos acudan a votar. La fragmentación del Congreso de los Diputados en cinco grandes partidos que pronostican las encuestas (más los grupos minoritarios y nacionalistas), alargará casi hasta verano las negociaciones de pactos para la formación de un gobierno estable capaz de diseñar a largo plazo un marco regulatorio favorable al que se puedan atener las empresas para desarrollar sus inversiones. Este hecho supone la principal preocupación desde el punto de vista netamente empresarial del 69% de los directivos.

El Colegio de Economistas de Madrid, en su balance del 2018, también achaca a esta previsible situación de ingobernabilidad y riesgo regulatorio el grado de desaceleración de la economía española a lo largo del 2019. Algo que explicaría el sentir del 67% de los directivos, que califica como negativo el impacto que la situación política ha tenido en sus negocios durante este último año.

Aunque todos los riesgos que acechan a la economía de España no nacen de esta inseguridad. El nivel de deuda, que ya supone un 98% del PIB, y el déficit suponen una brecha en las cuentas estatales que también preocupan a expertos, políticos y empresarios, los cuales un 48% de ellos cree que la economía irá a peor en los próximos 12 meses.

Los problemas de una economía globalizada

No todos los males económicos de España vienen del lado nacional. La crisis de 2008 ya se encargó de demostrarlo y aunque ahora el panorama es diferente al de hace una década, el efecto contagio a escala global mantiene muy vivo el temor a lo que pueda suceder en otros países.

Los resultados de Perspectivas España 2019 arrojan un dato revelador. El 48% señala que teme el debilitamiento de la economía mundial y, sobre todo, de la eurozona. De hecho, ocupa el segundo lugar como mayor amenaza para España, por detrás de la ya mencionada inestabilidad política.

A nivel europeo, inquietan el Brexit y la recesión en Italia. Muchos de los directivos encuestados mantienen relaciones de negocio en Reino Unido. La posibilidad de una desconexión sin acuerdo puede significar una cascada de cambios en el marco regulatorio y una depreciación de la libra esterlina que les afectaría de forma directa.

A nivel internacional se encuentra encima de la mesa la guerra comercial iniciada por Donald Trump contra la segunda economía mundial, China. La imposición de nuevos aranceles a los productos asiáticos por parte de EE.UU están llevando, entre otras razones, a una desaceleración del crecimiento económico chino en el que la UE europea juega un papel de mediador con intereses encontrados y que, desde luego, no augura efectos positivos al tratarse de las dos principales potencias del mundo.

La economía irá a peor, pero las ventas aumentarán

Una conclusión llamativa que deja el estudio elaborado por KPMG es la opinión que tienen los empresarios encuestados respecto a la confianza en la economía y en sus negocios.

La mitad de ellos cree que la situación económica empeorará, sin embargo un 69% espera aumentar la facturación de sus empresas durante el 2019. Esto se debe, en gran medida, a los procesos de transformación digital que iniciaron y del que están recogiendo sus frutos. La mayoría mantendrá sus inversiones en este campo para continuar con la tendencia alcista.

De los ingresos conseguidos durante el año, un 73% de los directivos lo invertirá en analítica avanzada de datos, más incluso que en el aumento de plantillas o de desarrollo de nuevos productos y servicios.

Según ellos, esto responde a un paso previo que es necesario dar para desarrollar en un futuro, precisamente, nuevos productos y servicios más personalizados y terminar así por adaptarse a las necesidades de un mundo digital.

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