El plan de Moncloa para colocar a Calviño en el FMI ha sido sólo una operación de marketing

Fuentes del Gobierno admiten que la ministra de Economía nunca tuvo opciones, pero su candidatura se impulsó para “volver a poner a España en el mapa” en contraste con la etapa de Rajoy

Pedro Sánchez y la ministra de Economía, Nadia Calviño.
Pedro Sánchez y la ministra de Economía, Nadia Calviño.

Pedro Sánchez nunca creyó que Nadia Calviño acabaría dirigiendo el FMI. Lo admiten ahora miembros de la cúpula económica del Gobierno. Reconocen que siempre fueron conscientes de la falta de apoyos. Y también de que el veto de EEUU era insalvable. Pese a ello, Moncloa valoró la parte positiva de seguir adelante con la operación.

Según ha podido saber Confidencial Digital por fuentes conocedoras de los entresijos de la candidatura, el equipo de Sánchez vio como el nombre de Calviño comenzaba a cobrar fuerza, especialmente, por su destacada preparación y su capacidad de mediar y alcanzar consensos. Un perfil que se ha ganado entre sus colegas dentro del Eurogrupo.

Por ese motivo, el Gobierno señaló el 17 de julio que agradecía que la ministra de Economía en funciones estuviera en las quinielas para ocupar el puesto. “Siempre es mejor estar, que no estar”, se destacaba entonces.

Unos días después, su candidatura ya se trataba de forma oficial y el 26 de julio pasó a formar parte de la lista oficial de candidatos que presentó Francia, el país que ha ejercido como mediador en esta búsqueda de un nombre común.

Ante la falta de consenso, y con cinco candidatos en liza, Francia decidió el jueves pasado, por sorpresa, organizar para el viernes una votación por correo electrónico. El ganador debía obtener una mayoría cualificada, esto es un 55% de Estados miembros a favor -un mínimo de 16 de los 28- que representen al menos el 65% de la población.

La retirada, la noche del jueves, del portugués Mario Centeno parecía elevar las posibilidades de Calviño, como única representante de los países del Sur. Sin embargo, el holandés Dijsselbloem, con el apoyo de Alemania, y la búlgara Kristalina Georgieva, continuaban como favoritos. Aún así, España mantuvo la candidatura.

“Volver a colocar a España en el mapa”

Finalmente, ya tras la primera ronda de votaciones y sin consenso, Moncloa anunció el viernes que Nadia Calviño daba un paso al lado.

La explicación oficial que trasladó era que había que evitar que el voto siguiera tan dividido y que el bloqueo persistiera. Lo importante era poder acordar un solo candidato europeo que proponer al FMI.

Sin embargo, fuentes de la cúpula económica del Gobierno, a las que tenido acceso ECD, admiten en privado que Calviño nunca tuvo apoyos reales. Y la advertencia de EEUU fue determinante para quedarse sin ninguna opción: Trump vetaría a cualquier candidato español que se presentara al cargo por el empeño del Gobierno de Pedro Sánchez en aprobar la ‘tasa Google’.

 

Pese a ello, las mismas fuentes del Ejecutivo reconocen que la candidatura se impulsó para “solamente volver a poner a España en el mapa” y destacar el contraste con el mandato de Rajoy, cuando España perdió peso en las principales instituciones europeas. Se admite en privado que se ha tratado, por tanto, de una “mera operación de marketing”.

Una explicación que ya dejó entrever la propia ministra al ser cuestionada por su renuncia. Justificó la retirada de su candidatura, el mismo viernes, destacando que el hecho de participar en una ronda tan importante, demuestra que “España vuelve a tener presencia internacional” y que su voz se escucha más fuerte.

Un nuevo “win win” de Pedro Sánchez

Además, en el PSOE también interpretan el lanzamiento de la candidatura de Nadia Calviño al FMI como “una operación de Moncloa para volver a practicar el win win”. Como es conocido, es una estrategia que podría resumirse como “Ganar ganar”; es decir, ganar siempre, cualquiera que sea el resultado.

Pedro Sánchez ya lo aplicó cuando lanzó la candidatura de Miquel Iceta a la presidencia del Senado. Si le salía bien, colocaba un amigo en un puesto muy relevante; pero, si se lo echaban abajo, podría esgrimir, de cara a las municipales, la existencia de una pinza contra él por parte de la derecha y los independentistas.

Volvió a repetir la táctica en las negociaciones para los altos cargos de la UE, con su apoyo cerrado a Timmermans. Si salía bien, un socialista asumía la presidencia de la Comisión; y, si no, se garantizaba un puesto para Josep Borrell como Alto Representante de la UE.

Hay analistas políticos que también ven ahora esa estrategia en las negociaciones para la investidura. Si le sale bien, Sánchez repetirá como presidente del Gobierno.

Pero, si no, la opción de unas elecciones generales tampoco le viene mal, porque las encuestas pronostican un aumento del voto socialista y, sobre todo, el derrumbe de Podemos, su principal amenaza por la izquierda.

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