Por la boca… A la calle

Manifestación de despedida a Manuela Carmena.
Manifestación de despedida a Manuela Carmena.

La izquierda insatisfecha con algunos de los ayuntamientos constituidos o por las alianzas llevadas a cabo, y que no son de su agrado, ya tiene preparado el escenario y servido el caldo de cultivo para las protestas callejeras.

No se trata de que se hayan ido a la calle muchos que pensaban continuar en las poltronas o que esperaban ocupar sillones por vez primera. Se trata de la calle que ya ha sido y seguirá siendo, el escenario en el que muchos desahogarán sus frustraciones.

El comunismo/populismo -que tan dado es a la democracia asamblearia y a la algarada callejera, como muestra de democracia genuina y de la fuerza de la gente de a pie que dice tener de su parte- ya ha dado las primeras muestras de su actividad, incluso antes de instalarse los nuevos ediles en sus respectivos municipios.

Los ejemplos de Madrid, Barcelona o Pamplona, son solamente la punta del iceberg de las manifestaciones y asonadas que nos esperan tras el fiasco en algunos pueblos y ciudades.

La izquierda insatisfecha con algunos de los ayuntamientos constituidos o por las alianzas llevadas a cabo y que no son de su agrado, ya tiene preparado el escenario y servido el caldo de cultivo para las protestas callejeras.

No hay que ser un avispado profeta para augurar días de enfrentamientos, de protestas más o menos airadas y de gritos y pancartas estereotipados que, como siempre, pretenden ser la voz de “todos los ciudadanos”. Las manifestaciones espontáneas, que nadie convoca pero de las que todos los interesados conocen el sitio, el día y la hora y las consignas elaboradas por ninguno pero coreadas por todos, van a estar a la orden del día.

Son grupos y lobbies duchos en el manejo de las redes sociales, perfectamente organizados y que hacen del enfurruñamiento popular su razón de ser.

Valen todas las excusas con más o menos fundamento y bastará “un día orgulloso”, un supuesto recorte de “derechos adquiridos”, un nombramiento “indeseable” o una caca de perro en un jardín, para que se desate el afán democratizador de los que no toleran las opiniones ajenas, de los gurús del pensamiento único, de los de las libertades solo para los “míos”, de los que no dejan lugar a la discrepancia y de los que llevan un embudo por sombrero.

Son los que pretenden que no pase nadie.

 
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