Por la boca… Otro hombre de estado

Íñigo Errejón, en una carpa de Más Madrid.
Íñigo Errejón, en una carpa de Más Madrid.

Como ya estamos metidos de lleno en las elecciones y en la correspondiente campaña, poco van a tardar las Carmena, Sabanés, Higueras o Maestre, en explicarnos a los votantes que Íñigo Errejón es un hombre de estado.

Con los hombres de estado en esta España nuestra (que cantaba Cecilia) pasa como con los partidos del siglo: hay varios cada jornada de fútbol y salen como moscas en cada campaña electoral.

Ahora, tras una “intensísima” etapa de trabajo en la Comunidad de Madrid, se nos aparece Errejón en carne mortal para desahogar, en el ámbito nacional, sus afanes incontenibles de servicio a los ciudadanos y de regenerador de nuestra democracia.

Este hombre es un insaciable del servicio a los demás y nunca se cansa de dar y de ofrecer lo mejor de sí mismo a sus semejantes.

Trabajó incansable (y como las ONG “sin ánimo de lucro”) para el chavismo, sin escatimar esfuerzos ni sacrificios; otro tanto hizo en la universidad malagueña en la que (eso sí, de manera fantasmal) dejó en los alumnos impronta de su saberes; se dedicó en cuerpo y alma, y con una lealtad acrisolada, a la tarea loabilísima de llevar a Pablo Iglesias al cielo de la política; se esforzó como un verdadero héroe, en hacer ver a los madrileños que Carmena no hay más que una y, ahora , se va a inmolar en la pira del Congreso de los Diputados, con sus sueldos, sus comisiones, sus dietas, sus aparatos digitales, su despacho y hasta sus asesores y ayudantes.

Pero es que a los hombres de estado nada les detiene y como ya estamos metidos de lleno en las elecciones y en la correspondiente campaña, poco van a tardar las Carmena, Sabanés, Higueras o Maestre, en explicarnos a los votantes que Íñigo Errejón es un hombre de estado.

Ya se apresuró Pedro Sánchez, en La Sexta, a relatarnos las bondades de Errejón. Su sentido del estado, su visión del pacto, su viabilidad como compañero de viaje y hasta su comunismo dialogante, y no como el de Iglesias que es un comunismo intransigente. Vamos que Sánchez se iría a dormir con Errejón (dicho sea en el sentido más metafórico)

Y como la envidia circula con toda libertad por nuestros ámbitos políticos, tercia Monedero y confiesa que Errejón le abochorna. Y es que hay algunos que, biografías aparte, son muy sensibles y enseguida se les sube el pavo.

Dice Núñez Feijóo que el problema de nuestra política es que los políticos son adolescentes. Posiblemente esté en lo cierto.

 

Pero es que tratándose de políticos adolescentes, a nosotros siempre nos tocan los que tienen más acné intelectual.

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