José Apezarena

¿Principales enemigos de la independencia de Cataluña? Los indepes

Carga de los Mossos contra asaltantes del reciento del Parlament de Cataluña.
Carga de los Mossos contra asaltantes del reciento del Parlament de Cataluña.

Cataluña ha entrado en una espiral de violencia, ya no solamente verbal, sino incluso en el ámbito de la agresión física.

La prueba son los CDR, que, en calles, autopistas y estaciones férreas, se han hecho por las bravas dueños de la situación siempre que han querido. Por no citar los sucesos del asedio a la consejería de Economía y las ocupaciones de colegios electorales el 1-O, incluyendo forcejeos, atosigamientos a las fuerzas del orden...

Los altercados con motivo de la ola de cruces en las playas, o por la colocación de lazos amarillos y los enfrentamientos contra quienes decidían retirarlos, son otros tantos síntomas.

Aquella tierra se ha convertido en un territorio inhóspito, dividido, enfrentado. Parece un polvorín a punto de estallar.

Quienes no comulgan con el procés sufren una auténtica persecución, exclusión social en muchos casos. Las familias se han roto, las amistades se han perdido.

¿Y que ocurre, mientras tanto, en la autonomía hermana, en el País Vasco? Pues que allí reina la tranquilidad, la concordia, la normalidad. Al menos exteriormente.

Cataluña ha dado a luz una sociedad partida en dos, dividida y enfrentada. Se ha convertido en una tierra incómoda y amenazante para muchos. Algo que ahora no ocurre en el País Vasco.

Los excesos de los independentistas, sus intentos de imponerse por sus pistolas, incluso por la vía de la ilegalidad, desactivando y dividiendo el Parlamento, incumpliendo dictámenes de letrados, contraviniendo leyes y sentencias, más la violencia en las calles, lo último el intento de asalto al Parlament, han provocado en Cataluña, como respuesta y reacción, una movilización de quienes no desean la separación. O al menos no quieren que la llamada desconexión de España se les imponga por la fuerza.

Por así decirlo, los excesos de los independentistas catalanes han “despertado” a amplios sectores de población, que están reaccionando. Incluso en la calle. Algo que parecía impensable. Aquellas actitudes agresivas han fabricado anticuerpos, gentes dispuestas a resistir a sus imposiciones.

 

Así que, con sus comportamientos, con el ansia de imponerse a los demás, los indepes se han convertido en los principales enemigos de la independencia. Porque, como digo, han fabricado los anticuerpos.

Por contraste, el País Vasco parece una balsa de aceite. ¿Por qué? Porque el partido que gobierna allí, el PNV, apuesta por un "independentismo tranquilo".

Desde luego, no ha renunciado a sus postulados de siempre, pero se está cuidando mucho de no provocar a la ciudadanía con actuaciones radicales y amenazantes. Ni ellos, ni, salvo excepciones, el mundo batasuno.

Hace muy pocos años, parecía que los civilizados, demócratas y sensatos eran los catalanes como pueblo. Los pragmáticos y dialogantes, los moderados. Esa imagen ha quedado hoy rota en mil pedazos. Pero no solo hacia fuera, para el resto de España, sino también interiormente.

Ahora, los separatistas y separadores, y quienes los lideran, incluyendo la propia Generalitat,  aparecen como violentos, agresivos, intolerantes y opresores. Es gracias a la actuación de los indepes. Convertidos en el principal obstáculo para la ansiada (aunque imposible) independencia.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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