Javier Fumero

Quemar al Rey con arte

Imagen de Felipe VI bocabajo.
Imagen de Felipe VI bocabajo, utilizada como crítica por el independentismo.

Se ha armado un buen zipi-zape a cuenta del ninot que Santiago Sierra y Eugenio Merino han presentado a la 38ª edición de Arco, en Madrid. Se trata de una gran escultura de Felipe VI, que supera los cuatro metros de altura, fabricada con poliuretano, cartón y tela, y concebida efectivamente como si de un muñeco para las fallas de Valencia se tratara.

Es decir, el comprador de la talla deberá abonar su precio –200.000 euros- y se compromete a quemar la figura del monarca fuera de España, en un lugar privado y legal, en el plazo de un año desde su adquisición. En su interior parece esconderse una calavera en material no inflamable, que permanecerá intacta tras la combustión.

Es la enésima polémica de este estilo, tras aquel Franco embutido dentro de un frigorífico o la figura de los políticos presos del año pasado, defendidas por aquellos que sostienen que el arte es transgresión, que la provocación provoca catarsis y que esta sociedad necesita precisamente sacudidas de este tipo, sin límite ni encadenamientos.

A mí este planteamiento no me convence. Pero voy un poco más allá: me parece también fuera de lugar, como de otro tiempo, algo ya superado. A mi modo de ver, esta sociedad se dirige en otra dirección. Demanda diálogo, entendimiento, acuerdos transversales, grandeza de ánimo, tender puentes, unión más que división…

Quizás el bajo nivel de nuestra clase política –así, en general (con lo injusto que esto puede ser)- se debe a concepciones de este tipo: llevemos a los demás hacia la verdad a garrotazos, con electrodos y descargas eléctricas, con hogueras y piras funerarias; no mediante el razonamiento, el debate sosegado y la conversación.

Por eso este tipo de manifestaciones, de proclamas, de gestos, de reivindicaciones, no me convencen. Insisto: me parecen una vuelta al pasado. A la edad de piedra. No creo que esta actitud mejore a la sociedad: todo lo contrario. Provoca enfrentamiento, genera bilis, saca lo peor de las personas, embrutece y divide. Mal asunto.

Más en twitter: @javierfumero

 
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