José Apezarena

El rey Juan Carlos se desvanece lentamente

El rey Juan Carlos y Adolfo Suárez, en el jardín de la la casa del fallecido presidente del Gobierno.
El rey Juan Carlos y Adolfo Suárez, en el jardín de la la casa del fallecido presidente del Gobierno.

A don Juan Carlos nunca le ha gustado el apelativo "rey emérito". Cuando se produjo la abdicación, pactó antes con su hijo el tratamiento en su nueva situación, y quedaron en que ostentaría el título de "rey". Sin adjetivos

El rey Juan Carlos abandonará toda actividad institucional a partir del 2 de junio, exactamente cinco años después del anuncio de abdicación. Así lo ha comunicado a su hijo por carta, con un comienzo significativo: "Majestad, querido Felipe".

Cinco años después de la abdicación -dice-  "creo que ha llegado el momento de pasar una nueva página en mi vida y de completar mi retirada de la vida pública".

Explica que la idea empezó a madurar cuando celebró su 80 cumpleaños, y se reafirmó con motivo de la conmemoración del 40 aniversario de la Constitución, en las Cortes Generales.

"Un acto solemne, lleno de emoción para mí -escribe-, que me hizo evocar, con orgullo y admiración, el recuerdo de tantas personas que contribuyeron a hacer posible la Transición política y renovar mi sentimiento de permanente gratitud hacia el pueblo español, verdadero artífice y principal protagonista de aquella trascendental etapa de nuestra historia reciente.

Don Juan Carlos termina su carta así: "Tomo esta decisión desde el gran cariño y orgullo de padre que por ti siento, con mi lealtad siempre. Un grandísimo abrazo de tu padre".

La realidad es que, en estos cinco años, don Juan Carlos ha procurado no hacer sombra a su hijo y sucesor. Se visualizó desde el primer minuto, con su voluntaria ausencia en los actos de proclamación de Felipe VI.

Asumió en diversas ocasiones, aunque sin demasiado protagonismo personal, la representación de España en tomas de posesión de presidentes iberoamericanos, pero la mayor parte del tiempo lo ha pasado en segundo y tercer plano, incluyendo esas largas estancias en su 'corte' de Sanxenxo, donde ha recuperado insospechadamente la práctica del deporte que más ha amado: la vela.

Hubo un momento delicado, cuando se sintió ofendido por no estar presente en el aniversario de las primeras elecciones democráticas, y así lo hizo saber casi a los cuatro vientos, pero esa coyuntura pasó. La celebración del 80 cumpleaños, en La Zarzuela, por todo lo alto, cerró aquella herida.

 

Últimamente había protagonizado algún acto representativo aislado, por encargo de La Zarzuela, pero a partir de ahora ya no lo va a hacer.

La retirada recuerda la que protagonizó en agosto de 2017 el príncipe Felipe de Edimburgo, marido de Isabel II, con 96 años cumplidos. "No puedo aguantar más", bromeó el día del anuncio.

En el caso de don Juan Carlos, quizá podría aguantar, pero evidentemente no mucho más. La decisión de dar un paso atrás cinco años después es una buena idea. A partir de ahora pasará a un tercer o cuarto plano.

Uno de los generales norteamericanos más famosos, Douglas MacArthur dio su último discurso en el Congreso de los Estados Unidos, donde fue interrumpido por los aplausos hasta en treinta ocasiones.

Sus palabras de despedida fueron: "Aún recuerdo una de las baladas de cuarteles más populares, que proclamó con el mayor orgullo que "Los viejos soldados nunca mueren; solo se desvanecen". Y, como los viejos soldados de la balada, ahora cierro mi carrera militar, y simplemente me desvanezco. Un viejo soldado que tan solo intentó cumplir con su deber como Dios le dio a entender. Adiós".

El viejo soldado don Juan Carlos se desvanece también lentamente. Adiós.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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