Sánchez quiere que el rey transmita a PP y C’s que, si no cambian de postura, renunciará a una investidura en septiembre

El objetivo es forzar a Pablo Casado y Albert Rivera a abstenerse después del verano si se produce una votación fallida en julio

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Pedro Sánchez y Felipe VI, en Marivent el pasado verano.

Pablo Iglesias se lo ha dejado claro a Pedro Sánchez: no negociará un programa de gobierno, ni el apoyo de Podemos a la investidura, hasta que le garantice un asiento en el próximo Consejo de Ministros. Además, tal y como avanzó ECD, prepara una consulta a las bases para presionar al PSOE. Ante ese escenario, Moncloa ya tiene diseñado un Plan B para septiembre.

Según cuentan al Confidencial Digital altos cargos del Ejecutivo, en el entorno más próximo a Pedro Sánchez se empieza a contemplar, como una opción real, que Pablo Iglesias mantenga su reclamación de entrar al Gobierno hasta las últimas consecuencias y que, por tanto, bloquee la investidura en julio.

El presidente confiaba en un cambio de criterio del líder de Podemos, pero sus últimas conversaciones telefónicas, y las declaraciones públicas de Iglesias, oficializando que no negociará nada salvo que se le garantice que miembros de su formación, y él mismo, sean ministros, han provocado que en Moncloa se empiece a trabajar ya pensando en una investidura fallida el 25.

Las fuentes consultadas aseguran que Sánchez “se va a dejar todo” para tratar de convencer a Iglesias. Insisten, en que “se va a profundizar en la oferta” de incluir a ministros “con perfiles más técnicos que políticos” propuestos por Podemos. No obstante, advierten: “Si hay un bloqueo dentro den dos semanas, todos serán responsables. Y ahí metemos también a PP y Ciudadanos”.

El debate de septiembre

Esa referencia directa a PP y Cs tiene que ver con la estrategia que pondrá en marcha Moncloa si, como todo hace indicar, Sánchez no sale reelegido el próximo día 25.

De confirmarse tal circunstancia, desde el PSOE han insistido públicamente en que “iríamos a elecciones porque no hay segundas oportunidades”. A pesar de ello, la realidad es que en Moncloa sí contemplan la investidura en septiembre.

Todo pasa, claro está, por que “alguien se mueva” en los dos meses siguientes, algo que pareció descartar Adriana Lastra en la rueda de prensa del pasado lunes, pero que sí ven posible en Presidencia del Gobierno. El mensaje procedente del gabinete de Sánchez es claro: “Pueden pasar cosas en este tiempo”.

En Moncloa ven difícil que Pablo Iglesias, si veta la investidura en julio por no entrar en el Consejo de Ministros, cambie de criterio en septiembre. Por el contrario, ven posible una abstención de PP y Ciudadanos que desbloquee la actual situación política.

Por eso, el mensaje que se quiere transmitir es que “solo habrá debate en septiembre si alguno de los grandes partidos se mueve respecto a lo votado en julio”.

 

El rey, “clave” para Sánchez

Esa condición será la que Moncloa transmitirá a Casa Real a principios de septiembre, cuando se empiece a organizar una nueva ronda de consultas del rey con los partidos políticos.

En 2016, pasados dos meses de la investidura fallida de Sánchez de marzo, Felipe VI volvió a convocar a los líderes políticos para constatar que no había una mayoría parlamentaria de cara a la investidura. Ahora, el objetivo del PSOE es que PP y Cs cambien de postura, precisamente, después de haber escuchado al rey en esa segunda ronda de consultas que se celebre en septiembre.

Desde el Gobierno quieren que sea el monarca quien, en los contactos con los partidos previos a la ronda de consultas, transmita a Pablo Casado y a Albert Rivera que, si ninguno de los dos cambia de posición, no habrá un segundo debate de investidura y, por tanto, deberían convocarse elecciones generales para el 10 de noviembre.

Repetir lo que hizo el PSOE en 2016

La tesis de Moncloa es que, después de escuchar al rey, y tras meses de presiones por parte del empresariado, los medios y la opinión pública, tanto PP como Ciudadanos pueden reconsiderar su actual postura y decidir una “abstención de Estado”, tal y como aplicó el PSOE en octubre de 2016.

La situación, aseguran las fuentes consultadas, recuerda mucho a la de hace casi tres años, y tanto en Ferraz como en Moncloa creen que se puede repetir el desenlace.

Entonces, a finales de septiembre de ese año “Casa Real contactó con los partidos para saber si, de cara a la ronda de consultas que debía celebrarse en octubre, alguien, especialmente nosotros, iba a cambiar de posición para desbloquear la investidura”.

Eso posibilidad desencadenó una crisis interna en el PSOE, que acabó con la salida de Sánchez de la secretaría general, la formación de una gestora, y la convocatoria de un Comité Federal en el que se aprobó, casi sobre la bocina, abstenerse en el Pleno del Congreso para posibilitar la investidura de Rajoy.

Apenas 24 horas después de aquella decisión, se puso en marcha la ronda de consultas en la que Javier Fernández confirmó a Felipe VI el cambio en el sentido del voto del PSOE que aseguraba la reelección del entonces presidente del Gobierno.

Ahora, afirman las fuentes consultadas por ECD, “o Casado y Rivera hacen de Javier Fernández ante el rey, o iremos a elecciones en noviembre”.

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