Javier Fumero

El silencio de Pablo Iglesias

Siempre se ha dicho que hay silencios muy elocuentes. El de Pablo Iglesias estos días de julio y agosto parece de esos.

La última aparición del líder de Podemos tuvo lugar el jueves 28 de julio, nada más salir del encuentro con el Rey Felipe VI. La rueda de prensa posterior no tuvo nada que ver con la comparecencia que protagonizó tras el 20-D en las mismas circunstancias.

Algunos periodistas destacaron el tono que empleó: excesivamente bajo, como decaído, y admitiendo a las claras la soledad en la que se encuentra su formación. Nada que ver con el show que montó meses atrás, bastante eufórico, autoproclamándose vicepresidente y colocándole por la filosa seis ministros a Pedro Sánchez.

El propio Iñigo Errejón reconoció amargamente después que aquel despliegue fue un gravísimo error. Podemos falló en la gestión de las negociaciones para aquella investidura. Durante la semanas posteriores, la formación morada se achicharró. Sus dirigentes se mostraron rígidos, divididos internamente e interesados principalmente en los sillones.

Ahora se quiere evitar esto. La orden es optar por el perfil bajo. Todo ello, pese a lo que sucedió el 26 de junio. Recordemos que esta cita con las urnas supuso un durísimo golpe para Unidos Podemos y dejó, al menos, cinco heridas abiertas:

1. Las traiciones vergonzantes de Izquierda Unida. En algunas circunscripciones, sectores afines al comunismo boicotearon abiertamente a los candidatos de Podemos. Se pidió que se votara a otras fuerzas (como Equo) antes que darle la papeleta al representante de Pablo Iglesias.

2. El choque de trenes entre Pablo Iglesias e Iñigo Errejón. No es un asunto resuelto. En Podemos hay dos almas, que han chocado meses atrás y que ahora, deberán volver a verse las caras para diseñar el futuro del partido. Errejón discrepa de la conveniencia de esta unión con IU. Monedero critica el modo en el que se enfocó la última campaña, lejos de la calle y muy centrada en los medios de comunicación.

3. Los roces de Pablo Iglesias con las confluencias. Las Mareas, Compromís, En Comun Podem… han mostrado su descontento. Reclaman mayor protagonismo. Por otro lado, comienzan a surgir puntos de fricción y discrepancias sobre posicionamientos políticos concretos.

4. La división en los círculos regionales. Galicia, Cataluña, Cantabria y hasta hace poco, el País Vasco han sido un polvorín para la formación. Divisiones, quejas, denuncias por falta de capacidad de decisión…

 

5. El problema con las bases. De hecho, Pablo Echenique ha comenzado un proceso de auditoría para depurar los círculos de confluencia. El secretario de Organización quiere arreglar las disfunciones existentes y recuperar poder.

Es mucha tarea para el silente Pablo Iglesias.

Más en twitter: @javierfumero


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