Javier Fumero

¿Y si este sistema político está agotado?

Sesión de investidura del pasado mes de julio en el Congreso de los Diputados.
Sesión de investidura del pasado mes de julio en el Congreso de los Diputados.

¿Y si este sistema político está agotado? ¿Y si este cambio de época que están afrontando las sociedades ha dejado obsoleto el actual modelo de gestión de la cosa pública? ¿Y si nos ponemos a repensarlo todo?

Me vienen estas preguntas a la cabeza a la vista de sucesos actuales de la vida política española. Analizando modos de proceder, decisiones, propuestas y actitudes no es difícil concluir que algo estamos haciendo mal. Especialmente en la elección de nuestros representantes. La cuestión es qué dirección se podría tomar.

Recuerdo un libro bastante provocador, publicado en el año 2017 por un profesor belga llamado David Van Reybrouck, que proponía la eliminación de los procesos electorales tal y como los entendemos ahora.

En ‘Contra las elecciones’, título de aquel ensayo de filosofía política, el autor proponía involucrar más a los ciudadanos de cada país en la toma de decisiones. Para ello sugería algo sorprendente: seleccionar por sorteo a los representantes públicos. Tal cual.

Las personas así elegidas –explicaba Van Reybrouck- serían más libres que los políticos actuales, pues no tendrían que obsesionarse, como ahora sucede, por ser reelegidos: sus sustitutos llegarían al azar, no por un escrutinio basado en sus decisiones.

Este modelo podría fomentar la defensa del bien común, abordar esas cuestiones transversales de largo recorrido que no se acometen por su escasa rentabilidad electoral. Eso sería posible en el momento en el que los partidos ya no tuvieran sentido. Se habría acabado esa perversa estructura de poder dedicada a criar clones obedientes al ser superior, plataformas donde uno no se debe al ciudadano sino al líder que me quita y me pone de las listas.

Como se puede ver, el libro era un alegato contra la democracia participativa tal y como la entendemos ahora. El planteamiento surge de una verdad incontestable. Deberían gobernarnos los mejores pero como eso no parece realizable, parece mejor optar por un cambio radical: otorgarle el poder al pueblo, en sentido estricto.

Yo le encuentro bastantes vías de agua a la propuesta. Dirigir un Estado, gestionar unas cuentas públicas, manejar entes tan importantes como el sistema sanitario, educativo, el ejército, la policía y la guardia civil, no parece un cometido que se pueda aprender en dos tardes.

Una elección por sorteo colocaría a un puñado de inexpertos al frente de un presupuesto descomunal. Sería una imprudencia de manual. Sin dudar de las buenas intenciones que pudieran tener los seleccionados, nadie garantiza que de ahí no saliera un completo desastre. Eso sí: bienintencionado.

 

Pero yo me apunto a repensar este sistema político que se está demostrando insuficiente.

Más en twitter: @javierfumero

Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato