La situación de los vigilantes de seguridad en los atuneros que faenan en Somalia empieza a ser insoportable: no se respetan los turnos y alguno plantea volverse

Mes y medio después de que se embarcaran agentes de seguridad privada en los barcos españoles que faenan en aguas del Índico comienzan a surgir los problemas. La situación se hace insostenible por las duras y extremas condiciones de trabajo

La misión está preparada para cuatro meses y aún no han pasado ni dos y los problemas empiezan a ser evidentes. Según han informado a El Confidencial Digital fuentes del sector, la situación es insostenible para algunos de los 52 vigilantes que se han embarcado en los 13 pesqueros de pabellón español -amplíe esta información aquí-.

Están previstos turnos de seis horas rotatorios entre los cuatro hombres que forman el equipo de seguridad. Pero la tensión del trabajo y los ataques de los piratas hace imposible cumplir las horas de descanso de estos profesionales. En situación de alerta, los cuatro componentes deben estar a pleno rendimiento cuando lo establecido es que se formen dos equipos de dos personas.

Ante esta situación, según datos conocidos por este confidencial, algunos vigilantes de seguridad han pensado en volverse a España. Pero el viaje de regreso no es fácil, puesto que se encuentran en alta mar. Además, en los cursillos de preparación -escasos y mal planificados para las fuentes consultadas- ya fueron informados de que si abandonaban la misión antes de tiempo, el viaje de regreso correría de su cuenta.

Por esta razón, desde el sector de la seguridad privada se reclama que los relevos se anticipen para evitar que las situaciones de estrés y agotamiento se repitan de forma incontrolada. Los patrones de los buques no son ajenos a esta situación y también han manifestado en ámbitos reducidos que la situación actual es insostenible.

Un total de 52 agentes embarcaron a principios de noviembre en los pesqueros españoles que faenan en aguas del Índico, tras el secuestro del Alakrana. Previamente, fue capturado por los piratas el Playa Bakio y otros buques estuvieron a punto de correr la misma suerte si no hubiera sido por la intervención de estos vigilantes de seguridad privada.

La normativa que les ampara les obliga a hacer un “uso limitado” de las armas de guerra que tendrá “como único objetivo la prevención y disuasión eficaz de posibles ataques, pudiendo ser utilizadas en caso de necesidad como medio de defensa para repeler agresiones armadas de forma adecuada y proporcional”.

 

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