Terroristas en los estadios de fútbol: la amenaza notificada por la Policía en la reanudación de la Liga

La Dirección General lo contempla como riesgo específico en los partidos que se están celebrando sin público. Lea el protocolo de seguridad

Athletic de Bilbao-Atlético de Madrid.
Athletic de Bilbao-Atlético de Madrid.

La Liga de fútbol ha reanudado la competición estos días, tres meses después de suspender la temporada por el coronavirus, con diez partidos de Primera División y once de Segunda. Estos encuentros han obligado a organizar nuevos dispositivos especiales de seguridad, pese a que por ahora no se permite el acceso de público a los estadios.

La peculiaridad de esta situación llevó a la Dirección General de Policía a elaborar un protocolo específico “con motivo de la reanudación del campeonato nacional de Liga en Primera y Segunda División”, al que ha tenido acceso Confidencial Digital.

En ese documento, obra de la Oficina Nacional de Deportes (departamento policial dependiente de la Comisaría General de Seguridad Nacional), se definen “las pautas y criterios a seguir por parte del Coordinador de Seguridad y de los miembros de la Policía Nacional que participen en los dispositivos que se establezcan con motivo de la celebración de los espectáculos deportivos a puerta cerrada”.

Entre el Covid-19 y la alerta antiterrorista

La Policía indica que dos son los factores que hay que valorar para diseñar el despliegue de seguridad en un partido de fútbol mientras dure esta situación. Por un lado, se hace referencia a “la situación de riesgo generada por la posible infección del COVID-19 entre las personas que acudan a los recintos deportivos durante la disputa de los partidos”.

Pero por otro lado, también se debe tener en cuenta y no olvidar “que nuestro país se encuentra en el Nivel 4 de Alerta Antiterrorista”.

De ahí que “aunque los partidos se vayan a celebrar sin público en las gradas, debemos mantener las medidas tendentes a velar por la seguridad en los acontecimientos deportivos”, recuerda la Oficina Nacional de Deportes.

A ese respecto, se cita la Ley 19/2007, de 11 de julio, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, que no establece ninguna distinción sobre dispositivos de seguridad según haya o no haya público en el campo.

Pero es que, además, la Policía Nacional cita al menos cuatro ejemplos de lo que denomina “nuevos retos y amenazas” en el marco de la seguridad de los estadios de fútbol durante la celebración de partidos de Liga.

“Intrusión con fines terroristas”

La primera de estas nuevas amenazas contra las que han de estar preparados los policías nacionales es la “intrusión en los estadios con fines terroristas”. Así se contempla en ese protocolo para los partidos a puerta cerrada.

 

No se desarrolla esta amenaza con más detalle. Pero hay que tener en cuenta, por un lado, que los campos de fútbol no cuentan ahora con decenas de miles de personas que ralenticen el acceso de alguien que pretenda introducirse en un estadio; y por otro, que ya ha habido un caso de un intruso.

Un joven se cuela en el Mallorca-Barça

Ocurrió el pasado sábado en el estadio del RCD Mallorca, en Palma de Mallorca, en el partido contra el FC Barcelona. Un joven de 17 años saltó al terreno de juego y corrió hasta que vigilantes de seguridad y policías nacionales lo atraparon y lo sacaron del césped.

El espontáneo declaró a la Policía que tras ser retado por sus amigos, amontonó unas piedras en la puerta de entrada número 4 del Visit Mallorca Estadi, subió por esa improvisada escalera, saltó una valla, bajó las escaleras de la grada y en pocos segundos estaba corriendo hacia Messi para hacerse una foto con el futbolista argentino.

Ahora el Mallorca se enfrenta a una sanción por este incidente, que revela deficiencias en el dispositivo de seguridad y que sirve como ejemplo de que colarse en un estadio en la situación actual no es tan complicado. Lo haga un admirador de Messi (como este caso de Mallorca) o un hipotético terrorista.

Objetivo terrorista desde ETA a los yihadistas

Los estadios de fútbol llevan años siendo objetivo de los terroristas. Más allá de los atentados que cometió ETA (un coche bomba en los alrededores del Bernabéu, un falso aviso de bomba que obligó a interrumpir un partido en el mismo estadio, el asesinato a tiros de Manuel Giménez Abad de camino al campo del Real Zaragoza...), también los terroristas yihadistas se han fijado en estos recintos, donde se concentran hasta 100.000 personas y que atraen la atención de millones de telespectadores en todo el mundo.

En los últimos años las Fuerzas de Seguridad han detenido a yihadistas, por ejemplo, con planos del Estadio Santiago Bernabéu y de los accesos cercanos en transporte público.

También la célula que asesinó a 16 personas en Barcelona y Cambrils en agosto de 2017 se había fijado en estadios de fútbol: tenía fotografías y había recabado información tanto del Bernabéu como del Camp Nou del FC Barcelona.

El ejemplo más claro de esas “intrusiones en los estadios con fines terroristas” ocurrió en los ataques yihadistas en París la noche del 13 de noviembre de 2015. Dentro de la cadena de atentados por la ciudad, tres terroristas se inmolaron con explosivos en los alrededores del Estadio de Saint Denis, mientras se jugaba un partido amistoso entre las selecciones de Francia y Alemania, con el presidente de la república, François Hollande, en el palco.

Uno de los terroristas se hizo estallar en una puerta del estadio, matando a una persona con un cinturón de explosivos. Las explosiones se escucharon dentro del estadio y obligaron a sacar a Hollande casi en volandas. Los jugadores alemanes se quedaron encerrados toda la noche en el vestuario.

Acciones de los ultras

Además de la intrusión de terroristas, la Policía Nacional también había puesto en alerta a sus agentes precisamente contra la “intrusión en los estadios por parte de aficionados” como el joven que saltó en el RCD Mallorca - FC Barcelona.

El tercer ejemplo de los “nuevos retos y amenazas” que suponen los partidos de fútbol a puerta cerrada son las “acciones por parte de integrantes de los grupos de seguidores radicales y/o violentos, ya sean reivindicativas, de apoyo al equipo o violentas contra otros grupos rivales”, según se definen en el protocolo de seguridad que ha distribuido la Comisaría General de Seguridad Ciudadana.

ECD ya contó el pasado 20 de mayo que la “Orden de Servicio Plan Desescalada COVID-19”, que establecía una serie de actuaciones a realizar conforme se fuera levantando el confinamiento de la población, citaba varias medidas concretas para cuando volvieran los partidos de fútbol profesional.

En esa orden se indicaba que las unidades policiales de toda España deberían realizar un “control y seguimiento de la actividad de los grupos radicales ante la celebración de partidos a puerta cerrada o con aforo limitado”.

Ahora el protocolo de seguridad cita de nuevo las acciones de los ultras como uno de los retos a tener en cuenta. En general, los grupos ultras del fútbol de toda España han reaccionado con desprecio al regreso de los partidos de Liga, ya que denuncian que al no permitirse el acceso de los aficionados a las gradas se consolida el modelo de “fútbol negocio”, enfocado sólo a los intereses económicos de las televisiones, los patrocinadores y los clubes.

Aún así, la Policía Nacional mantiene cierta prevención para que no se produzcan peleas entre ultras rivales coincidiendo con los partidos de Liga que ahora se retoman. El primer partido en celebrarse tras el parón fue un Sevilla-Betis, derbi de alto riesgo por la gran rivalidad entre ambas aficiones y por los enfrentamientos entre los Biris Norte sevillistas y los Supporters Gol Sur béticos.

El último reto que deben afrontar ahora los policías es la “aglomeración de seguidores en las inmediaciones de los estadios y/o en los hoteles de concentración de los equipos, pudiendo ser antes, durante o después de los partidos”, pese a que la epidemia de coronavirus obliga a guardar distancia de seguridad y a evitar las concentraciones masivas y las aglomeraciones.

Contacto con la Brigada de Información

Sobre la vigilancia de los ultras, el nuevo protocolo de la Comisaría General de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional también remarca las funciones del coordinador de seguridad del equipo local, el representante del club que junto con el mando encargado de la Policía coordina todo el dispositivo.

Este coordinador de seguridad deberá cumplir una serie de funciones antes, durante y después del partido “de un modo más exhaustivo por la actual situación”.

Una de estas funciones previas al partido es “contactar con la Brigada de Información de su demarcación territorial para contrastar la información con respecto al comportamiento esperado por parte de los aficionados, especialmente de los considerados de riesgo, por si fueran a llevar a cabo algún tipo de acción que pudiera influir en el dispositivo”.

Las brigadas de Información de la Policía Nacional vigilan a las células terroristas, pero también tienen entre sus funciones controlar a los colectivos extremistas, entre ellos a los grupos ultras del fútbol.

Cámaras y megafonía en el exterior

Otra orden que la Policía Nacional transmite a través de este protocolo a los coordinadores de seguridad de los equipos de fútbol tiene que ver con las cámaras de vigilancia y la megafonía.

Dado que los partidos se van a disputar a puerta cerrada, “cobran mayor relevancia las cámaras de las puertas de acceso y del perímetro exterior del estado para poder detectar incidencias y tomar las medidas oportunas”.

También debe prepararse “la megafonía exterior por si fuera necesario realizar comunicaciones ante la posible concentración de aficionados en los aledaños del campo”.

Número de policías limitado

Pese a lo que ocurrió en el estadio del Mallorca, las órdenes de la Policía Nacional para sus agentes incluyen una mención especial para establecer “presencia policial en las puertas de acceso habilitadas con el fin de supervisar el control que se realice por parte de los vigilantes de seguridad, su número puede variar en función de los acceso que se habiliten en cada estadio”.

Se ofrecen cifras concretas. Por ejemplo, la de un máximo de nueve policías en la zona de los banquillos “para la protección de los participantes” (jugadores, cuerpo técnico); dos policías en el túnel de vestuarios para proteger al equipo arbitral; y un máximo de tres en la Unidad de Control Organizativo (UCO), la sala del estadio con pantallas y sistemas de comunicación desde la que los coordinadores de seguridad y mandos policiales dirigen todo el despliegue que supone un partido de fútbol profesional.

Todos los policías, con mascarilla y guantes

Para evitar que los partidos de fútbol se conviertan en focos de contagios, se ha dado orden de que todos los agentes de Policía desplegados en estos dispositivos de seguridad lleven mascarilla y guantes.

A este respecto, el sindicato policial CEP ha reclamado que sea La Liga o los clubes quienes sufraguen la compra de todos esos elementos de protección, y que costeen también la realización de test detectores cuando haya algún contagio entre los policías a causa de estos eventos deportivos.

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