José Apezarena

El Tribunal Supremo ha de bajarse del pedestal

Resulta que la sentencia del procés, el juicio más importante en España estos últimos años, ha sido adelantada por los medios antes de que el tribunal lo notifique a las partes y lo anuncie oficialmente.

No parece una buena noticia para el Supremo, que, por lo visto, no ha sido capaz de custodiar el contenido del fallo. Cualquiera que haya sido el procedimiento de la filtración, y hoy damos noticia de ello en la apertura de ECD, no queda muy bien el alto tribunal. Aparte de las consecuencias que ya está teniendo en Cataluña.

La filtración de la sentencia podría quizá convertirse en una oportunidad para que la máxima instancia judicial del país intente bajar algunos escalones del pedestal en el que parece haberse ubicado.

Ocurre que, con alguna frecuencia, el Tribunal Supremo adopta comportamientos y actitudes que rondan la prepotencia, en el trato con los justiciables, con instancias inferiores…

Antes de seguir, deseo expresar mi máximo respeto y reconocimiento al Tribunal Supremo por el trabajo que realiza, y a quienes lo integran, que en su mayoría han llegado hasta ahí tras acreditar una destacada trayectoria jurídica y profesional.

Pero eso no obsta para que se les pueda reclamar un trato algo más normalizado, sin suficiencias, y más aún sin menosprecios intelectuales y jurídicos.

Quiero referirme a una de sus últimas actuaciones, que, aunque no está al nivel de importancia de la decisión sobre los sucesos de Cataluña, ha logrado altísima relevancia mediática: la exhumación de Franco.

Al margen del contenido preciso de la decisión adoptada, dando vía libre a la salida del dictador, la sentencia y demás autos trascienden en su redacción una especie de estilo inamistoso, casi agresivo, que no tendría por qué existir. No sé si incluso prepotente. Como si les molestara que hayan recurrido a ellos, cuando en realidad ese es su trabajo.

Además, en la sentencia me ha parecido percibir una suerte de entreguismo a la voluntad del Gobierno, un notorio deseo de complacer o de facilitarle las cosas, frente a una aparente dureza con los que presentaron los recursos. Aunque reconozco que se trata de una apreciación, que entra en el dudoso ámbito de las percepciones, y por tanto no merecería demasiada atención.

 

No sé si el trato dado a los recurrentes puede tener que ver con la circunstancia de que hayan anunciado su intención de acudir al Tribunal Constitucional. Algo que en el Supremo produce dolor de hígado, porque no sería la primera vez que desde el TC sufren algún varapalo.

Pienso que el Supremo tendría que descender algunos escalones también porque no siempre sus decisiones resultan definitivas e inapelables. Algunas han sido revocadas en instancias más altas, como ocurrió, por ejemplo, con la de las cláusulas suelo.

No hace demasiado, la dirección general de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión de la Comisión Europea dio un tirón de orejas a la justicia española por el caso de los interinos: miles de contratados en abuso de temporalidad por la Administración.

La Comisión identificó más de 60 casos entre febrero de 2015 y marzo de 2017 en los que el Tribunal Supremo español no elevó el asunto al Tribunal de Justicia de la UE. Dado que, de acuerdo con la legislación española, no existe recurso judicial contra la decisión del TS, según el artículo 267 del TJUE el Supremo debería haber llevado el caso ante el Tribunal de Justicia de la UE. No lo hizo.

En las clases que doy a alumnos de 3º de Periodismo, más de una vez insisto en que los profesionales de la información somos solamente servidores de los ciudadanos, a los que nos debemos, a cuyas órdenes estamos. Y así debemos comportarnos siempre.

Me parece que eso mismo sería aplicable a todos los integrantes de la carrera judicial y fiscal, y por tanto, quizá con más motivo dada su relevancia, a los magistrados del Tribunal Supremo: están al servicio de los ciudadanos, de todos nosotros.

Son unos servidores. Privilegiados, por supuesto, y con buenos sueldos, que además se los han ganado. Pero servidores. Y así deben tratar a los justiciables. A todos sin excepción.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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