¿Cuánto vale un lector de prensa escrita?

Un prestigioso analista de Wall Street pronostica que a partir de 2012 los grandes diarios de papel --refiriéndose, claro está, a la prensa de pago, no a la gratuita-- volverán a tener beneficios tras unos años de caídas continuadas, aunque con márgenes muy inferiores a los que lograron en la década de los noventa. Hasta que llegue ese momento, Paul Ginnoccho, que trabaja para Deutsche Bank Securities, asegura que el camino por recorrer para los editores y propietarios de diarios en papel será “muy doloroso”. Ginnoccho, que se expresó en estos términos ante una conferencia sectorial de editores de diarios en EE.UU., asegura también que frente a la tendencia general seguida hasta ahora por analistas e inversores de valorar por encima de todo las grandes líneas de crecimiento de los diarios, ahora se empieza a prestar mayor atención a los márgenes logrados sobre crecimientos menores.

En definitiva, los periódicos de papel seguirán existiendo aunque con menos lectores, menos ingresos y, previsiblemente, costes de impresión y distribución también inferiores si quieren mantenerse vivos. Y aunque parezca lo contrario, todo ello dibuja un panorama hasta cierto punto consolador. Si tenemos en cuenta la competencia de la televisión como alimento principal, si no único, de una mayoría de ciudadanos a la hora de obtener información-espectáculo y si añadimos la competencia de Internet como canal de acceso a información fragmentada y dispersa, lo extraordinario no es que la prensa de papel reduzca ingresos, sino que consiga sobrevivir, incluso frente a la competencia que se hace a sí misma a través de sus versiones on-line.

De las previsiones del analista de marras extraigo, por esta vía, tres conclusiones personales. La primera, obvia, que la lectura ha sido siempre actividad de minorías. En la era de la imagen, la lectura de prensa escrita necesariamente continuará siendo aún más minoritaria si cabe. La segunda, que el papel como soporte sigue siendo, de momento, insustituible. Hasta que no haya en el mercado soportes electrónicos con la misma versatilidad, flexibilidad y portabilidad que el papel, seguiré prefiriendo el periódico susceptible de ser doblado, recortado y garabateado. Y la tercera conclusión es que quien quiera dedicarse al negocio de editar periódicos, deberá hacerlo por razones diferentes de la obtención de amplios beneficios. Lo cual deja el territorio limpio de advenedizos ajenos al mundo de la información aunque no sirva de barrera contra los que buscan en los medios el poder de influencia social y en la opinión pública que éstos facilitan.

Lo incomprensible, en todo este proceso de redimensionamiento y adaptación de los periódicos de papel a las condiciones de los nuevos mercados, es que el valor de los lectores siga siendo medido en términos de ingresos generados. Dice Ginocchio que este valor medio ha caído de $962 en marzo 2004, a $500 este año. La mitad en tres años. Un dato interesante que permitiría plantear la hipótesis de que el valor económico de un individuo expuesto a la acción de un medio de comunicación concreto es inversamente proporcional a la capacidad de ejercicio intelectual crítico sumada a la capacidad para obtener, procesar y extraer conclusiones informadas sobre la realidad circundante, propiciada por dicho medio. Por decirlo de otra manera y parafraseando las muy comentadas palabras del Rey la pasada semana: por exceso o por defecto, nunca ha sido tan estrecha, como ahora, la relación entre democracia y libertad de prensa…escrita.

 
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