Después de la intrusión de dos Tupolev 160 hasta Bilbao

Un caza ruso Su-35 desafía a la defensa aérea de España

Fue detectado en Gijón, un F-18 de Zaragoza y otro de Torrejón lo interceptaron y llegó por mar hasta Rota

Su-35S (Imagen de Sukhoi).
Su-35S (Imagen de Sukhoi).

La OTAN informó a España de la presencia de un caza Sukhoi que se aproximaba a España desde el norte de Europa. Dos F-18 del Ejército del Aire salieron a su encuentro en el Cantábrico. La aeronave rusa llegó hasta el área de Rota y retomó el camino de vuelta. Fuentes militares han relatado a El Confidencial Digital los detalles de la operación ‘scramble’ del caza ruso y las sospechas sobre lo que hacía tan lejos de su base.


Madrugada del pasado jueves 17. El Centro de Operaciones Aéreas Combinadas (CAOC) de la OTAN para el tercio sur de Europa, situado en un bunker de la base aérea de Torrejón (Madrid) recibe información sobre la trayectoria de un caza ruso procedente de una base del Mar del Norte, que se encuentra en la cornisa cantábrica. Según un portavoz oficial de Defensa, viajaba paralelo a la cornisa atlántica de la Península.

El caza, un moderno Sukhoi 35 (Su-35S), no llega a entrar en ningún momento en espacio aéreo español, pero se mueve cerca del límite. El CAOC da orden a la base aérea de Zaragoza, donde suena la sirena en el barracón de alerta. En pocos minutos, un caza F-18 armado con misiles aire-aire que se encontraban de guardia despegan en misión ‘scramble’ hacia el Cantábrico.

El F-18 le dan alcance en el mar de Galicia

El F-18 alcanzan a realizar la identificación visual de la aeronave sospechosa –el objetivo de su despegue- a la altura de Galicia, en plena mar. En posición de escolta, el caza españoles trasmite al controlador militar que efectivamente se trata de un Su-35S. Un avión tecnológicamente muy superior a los F-18 españoles.

Según las fuentes consultadas por ECD, en ningún momento se produce comunicación por radio con el aparato. Llevaba apagado el IFF, el sistema electrónico que permite a los radares identificarlo como aeronave amiga o amenaza.

Rumbo a Rota

El caza, volando sobre la vertical del Atlántico, entra en el aérea de influencia de Portugal –sin llegar a traspasar su espacio aéreo-, donde le esperaban dos F-16 lusos también en alerta. La escolta continúa durante el tránsito paralelo a la costa del caza ruso. Alrededor de una hora después, el Sukhoi se comienza a acercar al Estrecho de Gibraltar.

Es entonces cuando vuelven a entrar en escena los F-18 españoles, que retoman la escolta. En concreto, según un portavoz oficial de Defensa, la escolta la realiza un F-18 que despegó de Torrejón a la vez que el F-18 de Zaragoza. Cuando el caza ruso se encuentra casi en la vertical de la base naval de Rota, tal y como relata el periódico andaluz ‘El Diario de Sevilla’, emprende el trayecto de vuelta recorriendo prácticamente la misma ruta.

Segundo incursión rusa en mes y medio

En total, cerca de 9 horas de vuelo desde que fue detectado por primera vez por radares de la OTAN situados en el Báltico hasta su regreso a la base. “Se trata de un vuelo excepcionalmente largo para un caza, y de una prueba física durísima para un piloto” explican a ECD fuentes militares consultadas.

Esta misión ‘scramble’ no pilla por sorpresa al Ejército del Aire español. A principios de octubre, dos bombarderos Tupolev 160 realizaron un vuelo furtivo por la misma ruta que el Su-35. En su viaje, llegaron hasta el Golfo de Vizcaya y tomaron camino de vuelta. Todo seguido por cazas noruegos, británicos, franceses y españoles –dos F-18 de Zaragoza-.

Pinchando radares

Si bien sorprendió en el Ejército del Aire el vuelo de los dos Tu-160 cerca de Bilbao –un trayecto de 8.000 kilómetros-, el de este caza ha llamado aún más la atención. Precisamente por el hecho de ser un caza, con 4.500 kilómetros de alcance si vuela con un ‘pod’ de reabastecimiento –un depósito externo extra situado bajo el avión. El Su-35 tuvo que repostar en vuelo para cubrir esa distancia. “Normalmente ese tipo de vuelos no pasa de Noruega” explican voces militares.

 

Pero la pregunta que más se hacen en el Aire es: ¿qué hace un caza ‘solitario’ deambulando por media Europa? La respuesta de fuentes militares no ofrece dudas: “Estaba pinchando radares”. Es decir, comprobando la capacidad técnica de detección que tienen los distintos radares militares, tanto los terrestres como los de los cazas españoles.

Poner a prueba la defensa de la OTAN

En la práctica, explican, la misión del Su-35S era “comprobar cómo se comporta el sistema de la alerta de la OTAN en la vertiente Atlántica, cuál es el tiempo de respuesta y el procedimiento”. En pocas palabras, ponía a prueba la defensa aérea de varios países, incluido España.

Y la preocupación va más allá cuando se tiene en cuenta el destino final del vuelo. La presencia del Su-35S en las cercanías de Rota se entiende en clave de desafío, ya que allí es donde se encuentra el componente marítimo del Escudo Antimisiles norteamericano. Una de las zonas más sensibles del despliegue militar de la OTAN en el sur de Europa.

Tampoco ha pasado inadvertido que los dos últimos incidentes –los dos Tu-160 y el Su-35S- se produjeron cuando le tocaba ‘estar de alarma’ a los F-18 de Zaragoza, y no los F-18 de Torrejón o los Eurofighters del Ala 14 de Los Llanos (Albacete) o del Ala 11 de Morón de la Frontera.

El caza ruso más avanzado

“El Su-35S es el caza estrella de la fuerza aérea rusa” explican a ECD fuentes militares. Tiene una maniobrabilidad que supera a prácticamente todos los aviones militares del mundo. El Su-35S es un caza a camino entre la cuarta (F-18) y quinta generación (Eurofighter).

Se trata de un aparato de dimensiones reducidas y con tecnología punta, especialmente en lo que se refiere a contramedidas electrónicas y radares. “El radar de barrido electrónico Su-35S es capaz de ver a los F-18 españoles antes de que estos lo vean a él” explican. Tiene un alcance de 400 kilómetros de distancia.

El sistema puede ‘mapear’ todas las aeronaves que se encuentran en su radio de acción y seguirlas en todo momento. Además, puede enviar esos datos a otros cazas, de forma que pueden atacar a objetivos enemigos sin utilizar su radar propio y, por tanto, revelar su posición.

Además, la configuración del aparato hace que disminuya su firma de radar, por lo que resulta “muy difícil de ver” en los centros de control aéreo.


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