Los militares se sienten rechazados. La desaparición de la ‘mili’, el término “operaciones de paz” y la consideración de ‘mercenarios’ centran un hondo debate en el Ejército

¿Qué sentido tiene hoy el Ejército? ¿Por qué el militar está desacreditado? Existe un debate de fondo en el seno de las Fuerzas Armadas españolas sobre las causas (y posibles soluciones) al rechazo social hacia la institución que se percibe en la sociedad. Dos artículos recientes que han abordado la cuestión, están teniendo una gran difusión entre mandos y tropa.

El diagnóstico de esos análisis, publicados en abril por las revistas Atenea y Ejército, es demoledor. La ciudadanía no entiende la profesión militar, siente rechazo hacia ese trabajo y juzga con severidad a unas personas que, sin embargo, se juegan la vida por el país. Según esos artículos, falta pedagogía pero también los políticos han cometido errores que es preciso corregir.

El comandante Alberto de Blas firma en la revista Ejército un texto que comienza aludiendo al juicio abierto el pasado año en Francia contra el Ejército y los oficiales que dirigieron una operación en Afganistán y que terminó con la muerte de diez militares franceses en un ataque talibán. El abogado de las familias exigió responsabilidades penales por las decisiones militares tomadas en la operación. Algo inaudito.

A raíz de este hecho, realiza las siguientes reflexiones:

-- La sociedad civil ve en estos momentos al Ejército como algo lejano, aislado, pretoriano. Tiene una visión reduccionista del mismo. Las muertes en acciones de guerra no se toleran. Por ello, los militares se sienten también cada vez más distanciados de la sociedad a la que sirven.

-- ¿Es la condición militar una profesión como el resto? No. Es muy diferente a los demás trabajos. A ningún servidor del Estado se le pide estar dispuesto a dar su vida: a los militares, sí. Deben asumir, además, la responsabilidad, directa o indirecta, de sus acciones. Existe disponibilidad teórica absoluta y sacrificio personal por la colectividad, por la misión y carácter vocacional.

-- ¿Por qué entonces está tan mal vista la profesión militar? El comandante De Blas señala dos posibles causas: “la divergencia en los valores” y la falta de una “cultura de la defensa”.

En los últimos treinta años, la sociedad ha cambiado radicalmente su juicio sobre lo que está bien y lo que está mal. El estamento militar ha sido, por el contrario, mucho más estático. De ahí este alejamiento. Y que haya personas que no entiendan el trabajo militar.

Falta cultura de la defensa. Como en el caso de España, las Fuerzas Armadas han estado ligadas a conflictos internos (la guerra civil) y eso ha provocado que se pierda su carácter de servicio público. Además, la sociedad española no percibe un riesgo real de conflicto con otro país (sólo un 9% lo cree posible) y es enormemente pacifista. También, se ha perdido el componente pedagógico que suponía el servicio militar obligatorio. Se explica poco la estrategia de defensa y las Fuerzas Armadas no siempre son eficaces al hacerse entender.

Soluciones. Es preciso acercar el Ejército a la sociedad: que los ciudadanos perciban que los militares son como ellos, con problemas para conciliar vida profesional y familiar, con hipotecas, problemas para escolarizar a sus hijos por su movilidad, mismas aficiones, diversiones…

 

Pero, por otro lado, es preciso no perder de vista que el Ejército debe seguir siendo un referente moral: servir como modelo a la sociedad, al contar con individuos con alta preparación física, técnica y sobre todo, principios. Acercar el mensaje para ganarse la confianza.

Y hay que evitar eufemismos. Un soldado sometido al fuego de una emboscada talibán está en una operación de guerra, al margen del “apellido” que hayan dado los políticos a esa misión. Hay que contar, entonces, con los riesgos de una acción de este tipo y asumirlos. Así se valorará mejor el trabajo del militar.

Antiamericanismo y pacifismo generalizados

El análisis de Francisco Gallego Aranda, en Atenea, comparte bastantes rasgos del diagnóstico anterior: las Fuerzas Armadas en España tienen una baja consideración porque no se reconoce su misión. No ayuda mucho el creciente antiamericanismo y el pacifismo generalizados, de gran arraigo social.

-- Las operaciones militares se realizan lejos del suelo español y bajo mando internacional. De ahí que el Ejército ya no es concebido como “guardián de la Patria”.

-- El giro hacia el término “Operación de Paz” provoca algunos beneficios pero, cuando hay muertos, ahonda el rechazo hacia unas tropas que no logran su objetivo.

-- La desaparición del servicio militar no permite formar a los españoles en las tareas de defensa de su nación. Tampoco hay amenazas exteriores percibidas como tales, por lo que las Fuerzas Armadas no están ligadas ya a conceptos como unidad, soberanía, integridad territorial.

Denuncia además, otros problemas:

-- Los militares están perdiendo el carácter vocacional de su desempeño. Cobran, y el patriotismo queda entonces únicamente como algo interno.

-- La decisión de la clase política de optar por términos como “misión de paz” y fotos con repartos de víveres o medicinas, descarta otros como patria, España o enemigos.

-- El Ejército ya no tiene la misión de garantizar la unidad, soberanía e integridad territorial de España. Y se cita el caso del teniente general Mena, arrestado y destituido por sus palabras contra la amenaza que suponía el Estatuto Catalán. El autor afirma que no cometió infracción alguna sino que se trató sólo de una exposición desfasada y poco realista.

-- Se llega a decir que “estamos transformándonos en un Ejército de ‘mercenarios’. Mercenarios que hacen su trabajo a cambio de dinero. Es la mejor aproximación, aunque el hecho de ser mercenarios no implique irse a trabajar para otro patrón que pague más”.

-- Y remata: “Los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas se han convertido en un recurso, caro y valioso. Y, como todos los recursos, se compran con dinero, que es a fin de cuentas lo que más peso tiene para alcanzar un Ejército operativo y eficaz”.

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