El “caso BBVA” y La Caixa resucitan el debate sobre el papel de los “núcleos duros” en las empresas, que enfrenta a PSOE y PP

El maniqueísmo de “núcleos duros” sí y “núcleos duros” no en la compañías españolas enfrenta desde hace varios años a los expertos económicos de los dos principales partidos políticos. El “caso BBVA” y el gran protagonismo de La Caixa reabren un debate que contrapone dos concepciones distintas sobre quién debe llevar el control de las empresas.

El maniqueísmo de “núcleos duros” sí y “núcleos duros” no en la compañías españolas enfrenta desde hace varios años a los expertos económicos de los dos principales partidos políticos. El “caso BBVA” y el gran protagonismo de La Caixa reabren un debate que contrapone dos concepciones distintas sobre quién debe llevar el control de las empresas.

El modelo que puso en práctica Rodrigo Rato desde el Ministerio de Economía fue contar con algunos grandes gestores, como Francisco González, Manuel Pizarro o Javier Monzón, para gobernar grandes empresas como el BBVA (en sus sucesivas fases de crecimiento), Endesa o Indra.

Rato se mostró siempre contrario a los llamados “núcleos duros”, a los que acusó siempre de suponer un gran riesgo para el administrador, al que obligarían a navegar en una determinada dirección al margen del resto de los accionistas de la empresa. Nada de condicionantes, explicaba el dirigente del PP. Quizá tengan un papel que jugar en la transición de las compañías pero nunca como modelo final.

Enfrentado a esta posición se encuentran los analistas económicos del PSOE, que siempre han dudado de la “gestión personalista” al margen de “núcleos duros” por dos motivos fundamentales: por el riesgo de que el gestor termine apropiándose de la sociedad y por la debilidad que supone de cara a intentos hostiles de compra.

Las empresas deben estar siempre respaldadas por un grupo de hombres fuertes, explican los socialistas, capaces de defender a la entidad y seguir asegurando el control ante “agentes externos”.

El problema de las circunstancias actuales con el Partido Socialista de nuevo en el poder, debaten en estos momentos algunos expertos del sector financiero, es quién garantiza hoy la conformación de esos “núcleos duros”. Pues ni más ni menos que La Caixa, que se ha quedado sola en este cometido.

Rodrigo Rato privatizó en su momento en beneficio de la banca, que entró en todas las empresas privatizadas. Lo hizo el BBVA, el SCH, La Caixa y Caja Madrid, ésta última en menor medida. Quedó configurado un país “bancarizado”. Pero todo eso ha saltado por los aires: el BBVA no quiere comprar sino deshacerse de su grupo industrial, el SCH venderá a quién le permita realizar una buena operación…

La excepción que confirma la regla es La Caixa, que forma parte del núcleo duro de Telefónica, quiere entrar en Endesa y, con un 12% forma parte del “núcleo duro” de Repsol y se ha hecho con todo el poder de la petrolera.

Los analistas reconocen, por tanto, la importancia de garantizar la permanencia en manos españolas de las mejores empresas nacionales a través de esos grupos de poder dentro de las compañías, pero apuntan la duda de si La Caixa no supone una concentración excesiva, mientras el PSOE gobierna con los nacionalistas catalanes y se debate el estatuto de esta Comunidad.

 

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