La Seguridad Social ha detectado una ‘picaresca’ en el paro: los jóvenes que trabajan lo justo para tener derecho a la prestación y después vuelven al paro

La Seguridad Social ha detectado una nueva ‘picaresca’ entre un número creciente de jóvenes: trabajan lo justo para poder beneficiarse de las prestaciones por desempleo y cuando la agotan, vuelven a trabajar para conseguir que “les paguen por no hacer nada”.

“Total, para estar encerrado en la oficina por 800 euros, prefiero cobrar el paro y que me paguen por no hacer nada”. Ésta explicación, recogida por El Confidencial Digital , es la que dan muchos jóvenes españoles sobre los motivos que les llevan a poner en práctica estas ‘triquiñuelas’.

Pese a no manejar datos ni cifras concretas por la dificultad de contrastar este tipo de tendencias sociales, tanto en la Dirección General de la Seguridad Social como en “no pocas oficinas del INEM” en casi la totalidad de las comunidades autónomas, “se están oyendo anécdotas de este tipo”.

En concreto, fuentes de delegaciones provinciales del Instituto Nacional de Empleo, reconocen que hay varios de estos casos a los que podrían poner “cara, nombre y apellidos”.

Aunque “no es honesto ni ético”, no se trata de ningún fraude, ya que “están en su derecho” y si cumplen todos los requisitos pueden acceder a estas prestaciones sin problemas, añaden en referencia a la dificultad existente para cuantificar estas situaciones.

La ‘estrategia’ de estos jóvenes es la siguiente: calculan durante cuánto tiempo necesitan haber cotizado a la Seguridad Social para poder demandar la prestación por desempleo –el mínimo actual está fijado en un total de doce meses durante los seis años anteriores al momento de perder el empleo-. 

Una vez hechos estos cálculos se dedican bien a encadenar trabajos temporales hasta cubrir ese cupo de días cotizados, bien dejan su empleo y hacen “algo temporal un par de días o semanas para poder justificar que se me ha acabado el contrato

De esta forma, y en función del tiempo que hayan trabajado previamente pueden “estirar más o menos el tiempo que no necesitan trabajar”. Por ejemplo, si se ha cotizado entre 360 y 539 días, se tiene derecho a cobrar durante 120 días la prestación por desempleo, de 540 a 719 días cotizados, se tiene derecho a 180 días de paro y así sucesivamente.

No obstante, quienes ponen en práctica estas argucias tienen cuidado de no agotar hasta el límite sus ‘reservas’. La duración máxima de este ‘sueldo’ lo marca la propia legislación de prestaciones públicas: 720 días de prestación por desempleo, a los que tienen acceso aquellos que hayan trabajado durante un mínimo de 2.160 días.

Por su parte, fuentes del Ministerio de Trabajo e Inmigración señalan que “mientras que lo que hagan sea legal, acogerse a un derecho que tienen, no es fraude y por tanto, no perjudican a nadie”. En esta tónica, añaden que entre los subordinados del ministro Corbacho “no se tiene constancia oficial alguna de que esto suceda”.

 

Repercusiones en la pirámide contributiva

Este confidencial ha querido saber qué consecuencias podría tener esta práctica en caso de generalizarse, así como sobre su repercusión en la pirámide contributiva que soporta gran parte de las prestaciones y gasto público en España.

Mª Reyes Maroto, consultora y economista de Analistas Financieros Internacionales y responsable del ‘Avance del Mercado Laboral’ que este gabinete elabora en colaboración con la patronal de Empresas de Trabajo Temporal Agett, explica en estas páginas que no parece una práctica habitual y que su repercusión en el volumen de prestaciones es mínimo.

En este sentido, apunta que estos casos tienen más posibilidades de darse en aquellos sectores que, como el de servicios, turismo o algunas tareas agrícolas, fomentan los contratos de fijo-discontinuo. No obstante, matiza que si existen casos en estos sectores no se debe a las preferencias de los trabajadores, sino a la duración y tipología de esos contratos. “Más que una opción, es un derecho que tienen”, concluye.

Por otra parte y de acuerdo con los datos facilitados por las empresas de trabajo temporal representadas en Agett muestran cómo la ralentización del mercado laboral está siendo especialmente intensa en el colectivo de jóvenes (con edades de 16 a 24 años).

En efecto, en el segundo trimestre de 2008 se han registrado cerca de 160.000 jóvenes menos trabajando, además de 131.800 parados más que en las mismas fechas de 2007. “Este colectivo ha perdido peso paulatinamente en el volumen total de población ocupada: sólo concentra el 8,9% del empleo en el IITR08, lo que refleja el retraso en la incorporación de este grupo de edad al mercado de trabajo”, concluyen desde este sector.

Vea a continuación la evolución negativa del crecimiento del empleo de los jóvenes:

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