¿Juguetes educativos o para que se diviertan? Una experta explica qué le conviene a tus hijos

Se acerca la Navidad y ante la incertidumbre de qué regalar a los más pequeños de la casa todos optamos por aquello con lo que sabemos que vamos a acertar: los juguetes. Es una época perfecta para regalarles a nuestros hijos, sobrinos o nietos aquello que llevan demandando durante todo el año.


Niños jugando.
Niños jugando.

La Buena Vida ha contactado, a través de Saluspot con María Isabel Torres López, psicóloga en la consulta psicológica María Isabel Torres López para saber, en términos psicológicos cómo se ha de elegir el mejor juego para regalar a los más pequeños de la casa. Además, aporta consejos sobre qué deben hacer los padres en caso de rabieta porque a sus hijos no les gusten los regalos. 

Los juguetes son un buen regalo para los niños puesto que son una herramienta que ayuda al desarrollo de nuestros hijos. Desde siempre, los más pequeños han necesitado moverse, curiosear, experimentar, manipular objetos, crear y relacionarse, actividades que el juguete facilita a conglomerar en una sola acción. por ello, es imprescindible buscar el juguete adecuado a cada edad y a cada momento, puesto que las necesidades de un niño de siete años no son las mismas que las de tres. 

Los juguetes tienen un papel prácticamente imprescindible en la formación de los conceptos, actitudes,  y expectativas de nuestros hijos. Además, son fundamentales para la socialización de los más pequeños de la casa. 

Por otro lado, los niños desarrollarán, a través de los juguetes que emplean, múltiples facetas de su personalidad: aprenderán a relacionarse con su entorno, amplifican su creatividad y perfeccionan sus habilidades ayudándoles a canalizar tanto su energía física como la mental y emocional. 

Esto último tiene una ventaja para los padres: el esfuerzo a la hora de llevarles a la cama será menor, puesto que estarán cansados. 

Sin embargo, para ello no cualquier juguete es válido. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que debemos respetar la personalidad y los gustos de nuestro hijo y pensar la función que ese juguete cumpliría en su desarrollo de cara a edades más avanzadas. 

Si nuestros hijos se sienten bien y siguen sacando partido a juguetes que sean adecuados a su edad, no hay porqué dejar de regarlos ya que el ocio es una faceta imprescindible para la salud anímica de los más pequeños de la casa. 

Es importante no escoger un juguete en función del sexo de nuestro hijo. Como se ha mencionado anteriormente, lo más importante es adaptarse a los gustos de nuestros hijos y debemos dejarles elegir desde las primeras edades. 

En ocasiones se ha de olvidar la euforia de la Navidad y dejar de lado el pensamiento que dicta que cuantos más regalos se encuentren debajo del árbol, más felices serán nuestros hijos. Es un error actuar conforme a esa filosofía ya que el exceso de juguetes puede matar la fantasía y fomentar el aburrimiento. Algunos niños, en ocasiones, no saben qué pedir porque ya lo tienen todo. 

 

Por ello, si se limita el número de juguetes, se estará enseñando a los niños a valorar lo que tienen, haciéndoles ver que si siempre tienen todo lo que piden sin esfuerzo, sentirán mayor frustración ante dificultades futuras cuya resolución no dependen de ello. 
Si regalamos a nuestros hijos todo lo que piden les estaremos educando a ser egoístas y caprichosos. 

Para elegir los regalos de los niños se puede acudir a una persona especializada que asesore acerca del mejor regalo, una práctica no común en nuestros días. Sin embargo, también podemos decidir por nosotros mismos, reflexionando acerca de los valores que transmite determinados juguetes antes de adquirirlo. Si hacemos este pequeño esfuerzo, estaremos seguros de que actuamos correctamente regalando eso a nuestros hijos. 

Evitar las rabietas de los pequeños es posible

No será la primera vez que un padre haya tenido que vivir el enfado enrabietado de un niño que no queda conforme con lo que le ha traído Papá Noel o los Reyes Magos. Sin embargo, las explosiones de enfado pueden minimizarse. Para ello, debemos incidir en la comunicación. 

La etapa donde nuestros hijos aprenderán más será en su infancia. Por eso, desde muy pequeños se les ha de enseñar a expresar sus sensaciones de forma correcta. Con esto, podrán decir “no me gusta” libremente en vez de enfadarse, y así podremos hablar con ellos y buscar una solución que satisfaga. Es importante contestarles de la misma manera, por lo que, si expresan su enfado de manera correcta, debemos hablarles con calma y serenidad. De esta manera, la comunicación entre los hijos y los padres  será más fluida, a la vez que les enseñamos a respetar a los demás.

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