Los periodistas se quejan del trato recibido en el viaje de Zapatero a México y Panamá: desorganización, poca información y privilegios para los mexicanos

La política de Comunicación desplegada por Moncloa en el último viaje presidencial ha incomodado a los periodistas que suelen acompañar al jefe del Ejecutivo fuera de España. Según relatan algunos afectados, se trató de un viaje mal coordinado, dispusieron de escasa información y se violaron las reglas básicas de la profesión.

“Numerosos problemas y casi nula información”. Este el resumen que realiza un numeroso grupo de informadores que la semana pasada acompañó al presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en su gira por México y Panamá. Y dan detalles de lo sucedido.

Los “malos rollos” empezaron desde el inicio mismo del viaje. Según cuentan algunos de estos periodistas a El Confidencial Digital, Moncloa ni siquiera ofreció el tradicional ‘briefing’ –reunión informativa para explicar todos los detalles-, que no suele faltar en estos casos, antes de emprender el itinerario. Mientras duró el viaje, la situación apenas varió. Lo único que recibieron los informadores españoles fue discursos, hasta un total de siete en México.

Además, Zapatero se saltó otra de las normas básicas. Nada más tomar tierra en México, dirigió unas palabras a quienes se habían congregado en el aeropuerto. Los redactores españoles se quedaron compuestos y sin declaraciones ya que, según apuntan estas mismas fuentes, los responsables del área internacional de prensa de Moncloa, habían asegurado que el presidente no hablaría: en la llegada sólo habría un posado para que los fotógrafos y los cámaras tomaran imágenes.

No fue el último chasco de los periodistas. Al día siguiente, continúan las mismas fuentes, en la agenda estaba prevista una visita privada de Zapatero a la localidad de Chi Chen Itza. La sorpresa de los informadores fue enorme cuando trascendió que unos treinta periodistas mexicanos sí habían sido acreditados y se iban a desplazar hasta allí en al avión de Felipe Calderón, presidente de México. Fue la gota que colmó el vaso.

El móvil de Fernando Moraleda, secretario de Estado de la Comunicación, y el de Gabriela Cañas, responsable del área internacional de Moncloa, comenzaron a echar humo con las llamadas de los periodistas hispanos, tremendamente enojados por la discriminación. Se convocó un ‘gabinete de crisis’ con Angélica Rubio, profesional de Moncloa con poco contacto con la prensa pero sí con el presidente. Y se decidió formar un ‘pool’ para visitar la pirámide junto a Zapatero y su mujer, Sonsoles Espinosa, donde finalmente fue incluido prácticamente todo el que quiso.

 

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