Benedicto XVI se mantiene al margen de “políticas” y la reforma de la Curia vaticana no es una prioridad: puede tardar un año

Una de las decisiones más esperadas del actual Pontífice, Benedicto XVI, es la reforma de la Curia vaticana. Sin embargo, le cuentan a El Chivato que el asunto no es una prioridad para el Papa, y que incluso podría tardar un año.

Una de las decisiones más esperadas del actual Pontífice, Benedicto XVI, es la reforma de la Curia vaticana. Sin embargo, le cuentan a El Chivato que el asunto no es una prioridad para el Papa, y que incluso podría tardar un año. Según esas fuentes, su primera encíclica, “Deus Caritas est” viene a ser el “programa” del Pontificado, es decir, que lo esencial para el Papa es descubrir el amor a Dios y al prójimo, y lo demás resulta secundario, incluida la reforma curial. Los nombramientos llegarán, pero, si es verdad lo que ha dicho a su ex secretario, monseñor Clemens, todavía hay que esperar un poco. En Roma todo el mundo piensa que por lo menos hasta que pase un año no habrá cambios, ni consistorios, ni novedades para los periodistas. Los dos últimos Papas tienen algo en común: los dos se han distanciado de la Curia lo suficiente para cumplir su programa. Juan Pablo II siempre pensó que era más importante dar a conocer a Cristo al mundo entero que lo que sucedía en la Curia, y Benedicto XVI también se está distanciando porque quiere llevar a los creyentes la radicalidad de la propuesta cristiana. La Curia le apoyó en la elección, pero él sigue lejos de la Curia, igual que cuando era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Sigue confiando en el Secretario de Estado, cardenal Somalo, pero, después de 26 años en Roma, no pertenece a ningún grupo cardenalicio. El Papa permanece solitario e independiente, preocupado por el estudio, pero distantes de las intrigas vaticanas. Si fue amigo de confianza de Juan Pablo II tantos años, fue por ser un cardenal independiente, sencillo y al margen del juego político vaticano, a pesar de ocupar un cargo tan importante. No obstante, sin ruido, ha hecho algunas cosas significativas, como la modificación del escudo papal, donde aparece solamente como obispo de Roma. Parece que quiere dar un empujón a la colegialidad dentro de la Iglesia, recuperando el papel de los Patriarcados como estaba en el primer milenio de la Iglesia. También ha derogado la ley que llevaba a los prefectos de los Dicasterios a jubilarse a los 75 años.

 

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