Sáenz de Santamaría se pasó, con la consigna de no hacer sangre en el accidente de Spanair y no relacionarlo con el Yak-42

Fue Mariano Rajoy quien primero sacó a colación el caso de Yak-42, a propósito del accidente del avión de Spanair en Barajas. Y enseguida se dio cuenta de que había cometido un error.

Por eso, desde la dirección del Partido Popular se cursaron rápidas instrucciones para que se dejara de lado aquel vidrioso asunto, y también se indicó que no se hiciera sangre con el Gobierno y la ministra de Fomento en relación con la tragedia de Barajas.

Esa consigna fue lo que presidió la intervención de Soraya Sáenz de Santamaría en el Congreso, el viernes, durante la comparecencia de Magdalena Álvarez, y que ha provocado quejas entre algunos diputados. El problema fue que la portavoz del PP se pasó de frenada, de forma que sus palabras, de puro blandas y complacientes rozaron el ridículo.

Sáenz de Santamaría, sin beligerancia ni energía en sus palabras, se limitó a pedir aclaraciones sobre algunas circunstancias del suceso y a solicitar que se acepte su propuesta de crear una subcomisión de seguridad aérea. Pidió a la ministra “celeridad” y que vele por las ayudas a los afectados. Y no insistió, por ejemplo, en que aclarara por qué pasó tanto tiempo desde que se conoció el siniestro hasta que fueron activados los servicios de socorro del aeropuerto de Barajas.

 

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