Susto informático (y bronca) en Garrigues

Garrigues.
Garrigues.

A principios de mes, el despacho de abogados madrileño Araoz y Rueda sufrió un intento de ciberataque a sus sistemas informáticos.

Los abogados y técnicos registraron una caída del servicio y temieron una fuga de datos hacia servidores desconocidos. Sin embargo, según informó el despacho, el incidente no pasó de ser algo casi anecdótico, ya que no hubo pérdidas de información sensible.

En cualquier caso, la Policía ha abierto una investigación y se ha dado conocimiento a la Agencia Española de Protección de Datos del frustrado hackeo. Además, Araoz y Rueda ha encargado a una agencia de comunicación un plan para relanzar su imagen.

A pesar de que no tuvo consecuencias, el suceso contagió el nerviosismo a otras firmas del sector. La amenaza no es banal, ya que centenares de empresas sufrieron ataques informáticos en verano y los bufetes no están libres de que les suceda lo mismo.

De hecho, según ha escuchado El Chivato, el potente despacho Garrigues se llevó un buen susto pocos días después del intento de hackeo en Araoz y Rueda.

Mientras llegaba al bufete la noticia de que su competencia estaba sufriendo un ataque, algunos abogados de Garrigues empezaron a notar que el correo electrónico interno daba problemas. Era algo inusual.

El tiempo que tardaba en cargarse era exagerado e incluso comenzaron a aparecer mensajes extraños en las pantallas de algunos ordenadores.

Ante esta situación, varios abogados dieron la voz de alarma a sus superiores y a los servicios de tecnología de Garrigues, temiéndose lo peor: ser las segundas víctimas de los hackers ese día y perder miles de datos confidenciales sobre sus clientes.

Sin embargo, tras un primer momento de pánico, los informáticos descartaron que se tratara de un ciberataque. Sucedió todo lo contrario. El propio departamento de tecnología había sufrido un fallo interno que afectó al software de Garrigues.

 

Los responsables se llevaron una buena reprimenda por el descuido. Y es que el sobresalto de los directivos no fue pequeño: aún tenían en la memoria el recuerdo de los técnicos de Telefónica trabajando a contrarreloj en julio para paliar los efectos del ciberataque sufrido. Y lo habían pasado mal pensando que, meses después, les había tocado a ellos.

Lo que al principio parecía un robo masivo de datos quedó solamente en un susto en el prestigioso bufete Garrigues. Eso sí, con bronca incluida.


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