Una guerra asimétrica o el poder de la comunicación

Hace unos días me sorprendí al ver un documental que mostraba imágenes de familias alemanas veraneando en un lago de ese país. Era una secuencia no oficial, no propagandística, sino de un videoaficionado. Transmitía sosiego y despreocupación propia del estío. La imagen de decenas de pequeños veleros de fondo la hacía aún más bucólica. 

Pues bien, ese momento de tranquilidad en Potsdam, cerca de Berlín, ocultaba el horror que se vivía a unos cientos de kilómetros. Porque estamos hablando de plena guerra mundial. La segunda en apenas veinte años, y la más sangrienta.

Y pensé que cómo era posible tanta capacidad para abstraerse de la tragedia. ¿Tanta guerra les había inmunizado ante el horror de la batalla moderna?, ¿Tampoco les afectaba la tensión de un futuro incierto?, ¿era su ideología el escudo que les permitía vivir con ello y amortizar las bajas como un mal necesario para conseguir el fin colectivo?

O quizá, teniendo en cuenta la época y su sistema político, sin medios fuera del alcance de Goebbels y con el correo de los soldados censurado… quizá es que no fuesen conscientes de la tragedia que vivían sus compatriotas en el frente. Además, es muy posible que sus gobernantes les mintieran con las cifras de caídos en combate. Y que no se permitiera mostrar la desolación, esa que los bombardeos enemigos ya dejaban entre la población de las ciudades más cercanas al frente.

Y ahora llega la pregunta,

Si nuestros telediarios mostrasen imágenes de nuestras UCI. Si nuestras redes sociales se plagaran de testimonios de médicos de urgencias y enfermeros. Si alguien entrevistara a los asistentes de las residencias o a sus moradores… ¿Seguiríamos enviándonos memes?, ¿seguiríamos aceptando bromas sobre nuestros “seguros” confinamientos?, ¿seguiríamos preocupados por el papel higiénico o por si vamos a poder ir de vacaciones este año?

Creo que estamos viviendo una guerra completamente asimétrica. Donde no vemos el dolor. En la época del exceso de información, una sociedad que está acostumbrada a ver las imágenes más crudas sobre conflictos armados, sobre terrorismo, sobre catástrofes. Y, sin embargo, aquí no estamos sintiendo la verdad porque no la estamos viendo. No sé, supongo que algún día saldrá. Alguien nos lo contará. Y nos daremos cuenta de que quizá hemos pasado de puntillas por algo tremendo. Algo que otros sí han vivido, y han batallado por nosotros. 

Gracias desde aquí a todos esos soldados de blanco, de la sanidad pública como de la privada. 

Y gracias también a esos soldados de negro. Monjas y sacerdotes que están acompañando hasta el último momento a nuestros caídos, y de los que nadie habla.

 

Alberto Pastor Esteban

Experto en Comunicación y CEO en Garlic B2B

Portada
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato