Aurelio Ruiz Enebral

Desdramatiza el 28-A: son sólo otras elecciones

Votación en unas elecciones.
Votación en unas elecciones.

Esto no es un manifiesto a favor de la abstención, aunque lo pueda parecer. Es un llamamiento modesto a votar serenamente, sin la angustia de pensar que sobre tus hombros recae -oh español, en esta hora histórica- la pervivencia de la patria, de la libertad o de la tortilla de patatas.

Las campaña electorales suelen ser tiempos fecundos en hipérboles, exageraciones y cuentos de Pedro y el lobo (pocas veces un título fue tan profético), y en parte es lógico que sea así. Pero unos y otros se han pasado con el volumen y grandilocuencia de los mensajes apocalípticos, muy en la línea de “El vot de la teva vida” que puso en circulación la coalición Junts pel Sí en las elecciones catalanas de 2015 para prometer una llegada a la Ítaca independiente en 18 meses. Han pasado más de 40 meses, Gabriel Rufián sigue honrando con su presencia al Congreso de los Diputados y no ha cambiado gran cosa de la vida de quienes se creyeron ese lema y de quienes votaron contra él. Por el momento, la República Catalana prometida en esas elecciones trascendentales (¡plebiscitarias!, ni más ni menos) se limita a un coqueto chalet en Waterloo.

Así que deja de aguantar la respiración. Vota este domingo, o no votes si no quieres que nadie te pedirá cuentas en el Juicio Final por ello. Creo que ir a votar, aunque sea para meter una rodaja de salami en el sobre, siempre es un deber cívico, en estas y en todas las elecciones. Pero ese es otro debate. En lo que respecta a este domingo 28 de abril, no es necesario que llegues con el corazón encogido.

El lunes 29 de abril España no se encaminará irremediablemente hacia la fragmentación en repúblicas balcánicas sojuzgadas por el comunismo y la masonería. Las corridas de toros y la caza seguirán siendo legales, continuará habiendo procesiones en Semana Santa y belenes en Navidad, y el Islam no habrá desterrado de las dehesas a los cerdos de los que salen los jamones.

Y ojo, que tampoco a partir de estas elecciones -para algunos, casi al nivel de cuando Moisés y los israelitas cruzaron el Mar Rojo- la Guardia Civil vigilará que las mujeres lleven mantilla ni falda por debajo de la rodilla. Los homosexuales no tendrán que exiliarse a ningún otro país europeo. No se cerrarán miles de hospitales para construir chalets pijos. La educación pública mantendrá su adjetivo. No resucitará la censura previa en los medios de comunicación, ni se prohibirán partidos políticos más bien zurdos.

Tranquilos, camaradas y compatriotas. Unas elecciones no son taaaan importantes. Gane quien gane (¿Aún se ganan las elecciones?), todo seguirá prácticamente igual. Seguirá habiendo demasiado paro, desigualdad social, tensiones territoriales, ineficiencias administrativas, algunos casos de corrupción y algunas injusticias. Seguirá siendo España, uno de los lugares más decentes para vivir en todo el mundo.

 
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