Aurelio Ruiz Enebral

Exilios para todos

Juan Carlos I firma la ley orgánica por la que abdicó en Felipe VI, el 18 de junio de 2014.
Juan Carlos I firma la ley orgánica por la que abdicó en Felipe VI, el 18 de junio de 2014.

Es sabido que todo español esconde dentro de sí un seleccionador de fútbol, un ministro de Economía y últimamente también un experto en epidemias.

En la última semana se ha desarrollado también otra faceta en miles de columnistas, opinadores, tertulianos y tuiteros campanudos: la de profesor de Historia, y además experto en la España contemporánea y en sus reyes.

De pronto tantos historiadores de 140 caracteres han descubierto que Juan Carlos I no es el primer rey de España que se exilia [sic]. ¡Cráneos privilegiados! Y han trazado un hilo que va de Juan Carlos I a Alfonso XII, de éste a Isabel II, y que incluso pasad por Fernando VII y Carlos IV.

El mensaje de fondo es simple: el pueblo español (¡el poble!) ha conseguido expulsar tres veces a los corruptos Borbones, rompiendo las cadenas de la opresión, pero desgraciadamente la monarquía ha vuelto cual plaga de insectos difícil de erradicar.

Pero claro, si unos juegan a repasar Wikipedia, jugamos todos. Se encuentran datos curiosos: por ejemplo, que si se exiliaron reyes en los últimos dos siglos, también se exiliaron de España presidentes de la república.

Dirán algunos que unos exilios son merecidos (los de los Borbones) y otros son muestra de la represión y la falta de libertades. Bueno.

El caso es que efectivamente se exilió la reina Isabel II en 1868. Pero a quienes han descubierto ahora ese supuesto destino inexorable de los reyes de España se les olvidan otros exilios.

Se exilió, por ejemplo, Francisco Serrano, el general que derrocó (¿Contará eso como un golpe de Estado? ¿Será un espadón o un libertador?) a Isabel II y que fue regente en esa época. Serrano se marchó a Francia en 1873, al proclamarse la Primera República.

Se exiliaron Nicolás Salmerón y Emilio Castelar, dos de los cuatro presidentes de esa Primera República, al restaurarse la monarquía con Alfonso XIII.

 

Se exilió Manuel Azaña cuando era presidente de la Segunda República en 1939, como hicieron tantos miles de españoles al final de la Guerra Civil por la victoria franquista.

Hay un par de ejemplos más de los que seguro que los recién licenciados en Historia por la Universidad del Progreso podrán obtener algunas lecciones.

Junio de 1873. El presidente de la República, Estanislao Figueras, se harta y en medio de la reunión del Consejo de Ministros suelta aquella gloriosa frase que conectaría con el “manda huevos” de Trillo: “Señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros”.

Al día siguiente sus ministros no encontraban a Figueras. Se había largado a una estación y había cogido un tren para exiliarse en Francia. Hubo que nombrar a otro presidente para sustituir al ¿fugado?, ¿huido?, ¿exiliado?, y Figueras no volvió a España hasta meses después.

Julio de 1936. La sublevación y el inicio de la Guerra Civil pilla de viaje en Noruega al ex presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora, que había sido sustituido en el mes de mayo anterior por Manuel Azaña.

Lo lógico habría sido que Alcalá-Zamora hubiese vuelto a España a respaldar la República de la que había sido jefe de Estado. No lo hizo. Aún en Noruega supo que milicianos del Frente Popular habían saqueado su casa en Madrid y que incluso habían accedido a su caja de seguridad en un banco, en los primeros días de Guerra Civil y de “revolución” chequista en la zona republicana.

El presidente de la Segunda República durante cinco años prefirió no volver a España, se estableció en Francia y años después -con la Segunda Guerra Mundial- se trasladó a Argentina. Murió allí, en el exilio, en 1949.

Todos estos ejemplos me hacen pensar que igual el problema no son los reyes que acaban exiliándose de España, ya que resulta que los presidentes de la república también hicieron lo mismo.

Quizás el problema sea España, su Historia y las vueltas y revueltas que ha dado en los últimos dos siglos. Esa Historia tan entretenida ha expulsado de España a tanta gente y tan distinta (judíos, moriscos, jesuitas, ilustrados, liberales, progresistas, carlistas, republicanos...) que no cabe en los tuits de los nuevos historiadores que creen haber descubierto la ley de la gravedad de las coronas.

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