Ciudadanía versus Clase política

El estrepitoso fracaso de la concentración convocada el pasado martes en la Puerta de Alcalá de Madrid por todos los partidos políticos, la CEOE, UGT y CC.OO. para mostrar la repulsa al atentado de ETA en Capbretón que costó la vida a dos jóvenes guardias civiles, ha vuelto a poner de manifiesto la enorme distancia que se ha establecido entre la sociedad y su clase dirigente, incluyendo en esta última no sólo a las Instituciones y partidos políticos, sino también, ¿por qué no reconocerlo?, a ciertos medios de comunicación y líderes de opinión.

¿Por qué fue tan poca gente a la citada concentración? Desde luego, no porque los ciudadanos estén en contra de ETA. Entre otras cosas, estos dos últimos asesinatos de la banda terrorista, en las personas de Raúl Centeno y Fernando Trapero, han vuelto a provocar un gran impacto social, por la forma tan vil y cobarde en que fueron asesinados, por su juventud, por la entereza y dignidad demostrada por sus familiares, porque se ha percibido que estos dos jóvenes guardias civiles estaban prestando, con su trabajo en Francia, un gran servicio a España.

Si la gente no respondió, es más, si pasó olímpicamente de la convocatoria unitaria, fue porque no se lo creyó. Porque después de cuatro años en los que la sima entre el Gobierno y el principal partido de la oposición en lo que a la lucha antiterrorista se refiere se ha ido agrandando, no era creíble que una reunión celebrada en el Congreso de los Diputados a las pocas horas del atentado de ETA, sirviera para salir de la misma haciendo una convocatoria supuestamente unitaria.

Y ahí se equivocó, no solamente el Gobierno y el PSOE, sino también el PP. La equivocación de los primeros es obvia: no se puede pasar sin más de estar negociando políticamente con ETA a hacer el discurso de la derrota de la banda terrorista. Eso no cuela. Y en el caso de los populares, porque tampoco se puede pasar de estar manteniendo una postura de exigencia hacia el Gobierno para que rectifique 180º su política antiterrorista, y sin que este adopte ninguna medida para demostrar con hechos esa rectificación –por ejemplo, ilegalización de ANV o revocación del permiso dado por el Congreso de los Diputados en mayo de 2005 para negociar con ETA- sumarse con mas o menos entusiasmo al llamamiento ciudadano.

Los ciudadanos han vuelto a dar una soberana lección a los políticos y a algunos medios de comunicación y periodistas que siempre están alineados con lo que se ha venido en denominar lo “políticamente correcto”, con lo que “conviene” decir en cada momento, sin atreverse a denunciar, porque es más incómodo, la manipulación de las situaciones y de los hechos. Lo de siempre: se es fuerte con los débiles y débil con los fuertes.

Para esos medios de comunicación y periodistas es más fácil arremeter y criticar, en algunos casos de forma mezquina, a la AVT o a su Presidente, Francisco José Alcaraz, por no haber acudido a la citada concentración de la Puerta de Alcalá, que hacerlo, por ejemplo, con la inexplicable ausencia de Zapatero en la misma o con la de Rajoy el pasado 24 de noviembre en la manifestación convocada precisamente por la AVT con un lema prácticamente igual al que luego presidió la concentración. Pero es más cómodo estar con el poder, sea este el Gobierno o la oposición, que atreverse a plantarles cara.

La AVT hizo muy bien en no acudir a una concentración, que, seguramente, para una buena parte de los escasos cinco mil ciudadanos de a pié que acudieron, era para condenar a ETA, pero que para la mayoría de los convocantes era para más cosas. Era una concentración convocada por unos partidos –todos menos el PP- que durante esta legislatura han estado como corderitos apoyando a Zapatero su proceso de negociación política con ETA; era una convocatoria que el PSOE quería utilizar como lavado de cara, a tres meses de las elecciones, de lo que ha sido una nefasta política antiterrorista desde que el actual Presidente del Gobierno llegó a la Moncloa; era una concentración que en la mente de la mayor parte de sus convocantes quería ser utilizada para intentar pasar página y aparentar como si aquí no hubiera pasado nada. Y la verdad es que aquí han pasado muchas cosas. Los ciudadanos se dieron cuenta y dieron la espalda a los políticos. Se lo habían ganado a pulso.

 
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