Javier Fumero

La depresión que producen tus fotos del verano

Barry Schwartz es profesor de Teoría y Acción Social en Swarthmore College (Pensilvania, Estados Unidos). En el año 2005 comenzó a hablar de un fenómeno curioso. Lo llamó así: la tiranía de la abundancia.

Su tesis es la siguiente. El aumento de algunas enfermedades depresivas en el mundo desarrollado es consecuencia directa del aumento de opciones. Y pone un ejemplo relacionado con Facebook o Instagram.

Las personas cuelgan después del verano, para que todos las vean, las estupendas fotografías que retratan, con todo lujo de detalles, esos momentos inolvidables que uno ha vivido en el estío. Comidas de ensueño, paisajes exuberantes, fiestas loquísimas, viajes exóticos, compañías envidiables...

Detalle interesante: prácticamente nadie recoge en esas instantáneas los mosquitos, las broncas de pareja, las maletas perdidas, el dolor de cabeza, las ampollas en los pies, las noches de insomnio por el ruido en los bajos del hotel, el plantón del tour-operador, las tarjetas de crédito robadas, el susto de muerte en aquel descampado... Y es muy extraño que alguna de estas cosas no se den en un viaje de placer.

Nada de eso sale en los retratos. Sale un mundo idílico, envidiable, atractivo... que yo (el que contempla desde fuera) me estoy perdiendo. Es un mundo al que yo no he tenido acceso. Esos trenes han pasado quizás por delante de mí y no he podido o no he sabido cogerlos.

Por eso, se produce una especie de frustración. La gente ve las fotos de sus conocidos y se sienten desgraciados. Schwartz habla del FOMO: fear of missing out. Es decir, el miedo a perderse cosas, la melancolía por todas esas vidas que no estoy viviendo. El tiempo pasa, inapelable, y yo –tan inútil- no me lo estoy sabiendo montar tan bien como los demás.

No es cierto, en absoluto, porque la vida de cada uno es una aventura en grado superlativo. Pero esto va de sensaciones, de la impresión que a uno le queda. Todos esos flashes expuestos en Facebook e Instagram, esos momentos que yo no he vivido, pueden generar frustración y ansiedad. Quizás tengo que vivir más deprisa, más al límite, y no lo estoy haciendo.

Todo esto le ha dado a Barry Schwartz para escribir un libro, titulado: “Por qué más es menos. La tiranía de la abundancia”. Su franciscana tesis es: “Necesito pocas cosas, y esas pocas las necesito poco”.

El autor anima a realizar un ejercicio: moderar las propias expectativas sin dejarse apabullar por los fuegos artificiales de mil vidas tan idílicas como irreales.

 

Es cierto que poder elegir es mejor que no tener elección. De esto se podría deducir, lógicamente, que tener más opciones será seguramente mejor que su contrario. Y la paradoja es que esta “evidencia” –dice Schwartz- no es tan cierta. Llega un punto en que a más posibilidades, peor se sienten las personas.

Barry Schwartz cita aquí un suceso cotidiano, extraído de su propia vida:

-- “Mientras estaba de vacaciones en un pequeño pueblo en la costa de Oregón, fui a comprar vino para la cena. Tenía que comprar el vino en una tienda que sólo tenía cinco variedades, y escogí uno. No era un gran vino, pero a nadie le importó –¿qué vas a esperar cuando sólo hay cinco opciones? En Manhattan, hay 20.000 opciones, así que es razonable esperar encontrar algo prácticamente perfecto. Pero incluso si se encuentras uno que es mucho mejor que cualquiera de la tienda de Oregón, al final puedes quedar decepcionado. Porque tus expectativas han subido con tantas opciones.

Interesante, sin duda.

Pero yo me quedo con otra derivada de esta propuesta. No hay veraneos míticos, ni mundos de ensueño, ni planes 100% perfectos… digan lo que digan las fotos colgadas en Facebook o Instagram. Es bueno desmitificar un poco: nos sitúa ante la verdad de las cosas y evita frustraciones.

Más en twitter: @javierfumero

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