El barullo de los pactos

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, en el Palacio de la Moncloa.
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, en el Palacio de la Moncloa.

Como no las tienen todas consigo, a los políticos no les queda otra que pactar. Y se afanan todos y todas en que no parezca que esos pactos significan ’ceder y ceder’, sino una muestra de que son capaces de compartir con quien les dé la razón. Nuestros políticos no están tan acostumbrados a pactar, como a imponer con sus mayorías lo que ellos quieren que se haga.

Lo que pasa es que ya no hay mayorías suficientes. No sabemos si a partir de ahora será siempre así o volveremos en algún momento a las mayorías absolutas y al ‘esto se hace porque yo lo digo y soy el que manda’. De momento, en las últimas elecciones nos hemos librado del político mandón, y los vemos afanarse por alcanzar ese nuevo modo de hacer política tan distinto.

Hay barullo porque es una cosa nueva, pero la mayoría de los espectadores de ese barullo estamos encantados de que se peleen y se controlen unos a otros. Las grandes mayorías son antesala de las grandes cacicadas, pero si los demás te están mirando y tú dependes de ellos, es posible que la política avance más despacio pero con una mayor solidez. Y tenemos que felicitarnos los espectadores de esos resultados, porque también hemos sido protagonistas, con nuestro voto dividido, de obligarles a pactar, cosa que a todos ellos les cuesta mucho, como estamos comprobando, pero a muchos de nosotros nos encanta.

 
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