La incertidumbre te invita a bailar

Esta mañana me he asustado. He leído la definición de certidumbre: "obligación de cumplir algo". Me asaltaron imágenes de normativas, multas, juicios y exámenes. Una respuesta exacta, sin margen para el error o la creatividad. Realidades absolutas que justifican la mentira. "Cosas" reales que no son verdad. Muy propio de esta época de seguros y reaseguros, de leyes y decretos. Iluso de mí, creí que la certeza era hija del amor.

Es frecuente atender en la consulta a personas que viven llenas de certidumbres. Esclavas, obligadas en cumplimientos. La vida les vive y se olvidan de sí mismas. Hasta el punto de leer siempre los mismos libros y ver las mismas películas. Que no haya imprevistos ni sorpresas. La libertad medida, la alegría tasada. La esperanza con cartilla de racionamiento.

Me asustó pensar que podría llegar a ser un "hombre que supiera demasiado". Comenzó a sonar la canción de la película de Hitchcock: "qué será será, whatever will be, will be; the future`s not ours to see. Qué será será, what will be, will be".

¿Qué será? La incertidumbre invita a bailar. Puede ser molesta, genera duda, inseguridad, desconcierto, me pone alerta, amenaza con el descontrol y el caos. Te asalta, te reconcome. No sé qué es "lo que tengo que hacer". Firme aquí, ponga la equis en la casilla.

Parece que una persona segura de todo lo que hace y llena de certezas es alguien más valioso. No sé, lo dudo. Me temo que si un día me despierto sin incertidumbres ni dudas es que ya he muerto.

La incertidumbre puede ser un valor para el desarrollo personal, la esperanza, el abandono, la ambición, los proyectos, el asombro, la flexibilidad, la capacidad de sorprenderse, la confianza... Me proporciona expectativas y puede ser una herramienta, un instrumento para asegurarte, curiosa paradoja, de que aun eres joven de mente, corazón y espíritu, y no un viejo resabiado que repite el mismo aburrido mensaje con plomiza seguridad.

No temas a la incertidumbre. Escúchala. Acepta su propuesta. Te habla de tus inquietudes, tus inseguridades. La incertidumbre te invita: ¿me concede este baile? Son cuatro movimientos: coja mi mano y sígame.

Primero un dilema, un interrogante, se atisba un descubrimiento porque se te plantea un desconocimiento. Te avisa de posibles amenazas, dónde están tus miedos, qué puede pasar. Puede haber errores sistemáticos que corregiré, otros debidos al azar quedarán a su libre albedrío. Los primeros compases me sugieren cuáles son mis necesidades. Te propone una duda productiva. Tú respondes con los pasos de tu actitud, qué haré si pasa esto, cómo reaccionaré si pasa lo otro...

La incertidumbre te despierta, te saca de la modorra y puede que escuches una melodía nueva y distinta en canciones ya conocidas. Es preámbulo de la novedad. Te interesa lo que te queda por saber; lo que ya sabes, ya lo sabes. A la vez te hace consciente de tus límites.

 

En el segundo movimiento, ya más pegados, la incertidumbre te plantea la aceptación. No sólo que la toleres o te resignes a tenerla contigo ahí rozándote, sino que precisamente porque está contigo, te permitas el baile. Al ritmo de un abandono intencionado, con una espera activa, me planteo qué quiero que pase y me muevo hacia allí. Como un niño que sabe muy poco y confía mucho. Dispuesto al asombro.

Ya llevas la mitad de la melodía y en la tercera etapa surge el proyecto. Te sorprendes con el diálogo socrático que estableces con ella. Respuestas que no imaginabas te dan una nueva perspectiva y modifican tus expectativas. Tú sigues el compás y recíprocamente respondes con flexibilidad y apertura al cambio, con ambición creativa, que evita el aburrimiento, propone proyectos y apertura al misterio.

Se acerca el final de la canción y percibes que esta parte del baile es muy intensa. Se trata de la libertad. Libertad actual, presente y decidida. No es casualidad. No es indiferente. Te das cuenta que desde el principio la letra de la canción hablaba de libertad y la incertidumbre era el vestíbulo e introducción a su conquista.

No estoy seguro de que haya algo de cierto en las líneas previas. Sí sé que al final de cada baile llegas a una cierta seguridad: que quieres seguir bailando toda la vida.

Carlos Chiclana

Médico Psiquiatra

http://www.doctorcarloschiclana.com/

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