Podemos y su salsa

El Rey Felipe VI saluda a Pablo Iglesias, en la primera reunión del Consejo de Seguridad Nacional en el Palacio de la Zarzuela, en Madrid
El Rey Felipe VI (d) saluda a su llegada al vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias (i), en la primera reunión del Consejo de Seguridad Nacional en el Palacio de la Zarzuela, en Madrid

Podemos es una mezcla de palabrería semi culta, junto con el aprovechamiento de las redes sociales para inventarse la realidad cada mañana. Y no importa si mañana decimos justo lo contrario de lo que defendimos ayer por la mañana. 

Un pésimo bachillerato, un plan Bolonia, los nacionalismos vasco, catalán balear, valenciano; la falta de experiencia; la gente joven no tenemos, no hemos tenido perspectiva y experiencia; la desaparición del servicio militar; el vuelo de ave de corral de quien quiere nacer y morir en el mismo pueblo, producen un resultado desconcertante. Se comienza a hablar de que ojalá se mueran los viejos, tan llenos de batallitas y pensiones.

El que la familia de institución natural se integre en la Constitución española, la monarquía, el pésimo ejemplo en la vida personal de Juan Carlos, y la idea de que la transición fue un pacto postfranquista con el heredero de Franco; hablan de un nuevo tiempo, de una tercera república (memoria impuesta por ley), de una labor inacabada, y de que la generación que frisa los cuarenta y tantos debe tomar las riendas, a como dé lugar. Y muchos resentidos con la vida profesional, las reglas, los concursos oposición, el amiguismo y la corrupción al 3 por ciento (sigue igual, pero al quince por ciento me dijo alguien en Calabria)… Eran un campo abonado.

La falta de liberales moderados pero contundentes en España, la caída en picado de la influencia de la Iglesia católica, especialmente en gente de menos de 40 años; la democracia como mero asunto sentimental (representemos a la gente de verdad, al obrero, etc. pero hete aquí que el 1 de mayo ya no se manifestaba nadie), junto con una derecha dispuesta a financiar siempre los proyectos ideológicos de la izquierda, han sido un excelente caldo de cultivo.

En 2020, algunos antisistema me piden algún informe sobre cuestiones de libertad religiosa.  Desde ese momento me inscribo en los boletines de información diarios de Podemos y les sigo en las redes, especialmente en Facebook.  

Quienes actúan en las redes, imagino que con sueldo, actúan siempre del mismo modo. Si hablas de la Iglesia, te dicen que no hay mejor Iglesia que la que arde; si contestas, tres o cuatro de ellos te dicen que si te metieron mano los curas; te llaman facha y… poco más.

Intentas contactar con ellos y desaparecen de la red o te bloquean. No quieren nada, ni en serio, ni en broma. Después de recibir el boletín de Podemos tres meses, y de contestarles algo, han dejado de mandármelo.

En su web, les pedí contactar. Tienen un mapa con sedes, personas, contactos. De unas diez llamadas, los teléfonos ya no estaban operativos o ya no son de Podemos. Al fin, en Madrid uno de los contactos contesta, sorprendido de cómo he llegado a ellos. Esa sede ya no es de Podemos, sino del movimiento antisistema capitalista asambleario. Los círculos de Podemos inactivos, sus tomas de contacto vacías. 

Lo más triste es que su motor es el odio y el desprecio por quien no piensa o actúa como ellos.

 
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