Desde hace varios meses, me reafirmo en una idea: las siglas "PSOE", aunque compartan las primeras letras con las iniciales de Pedro Sánchez, no se identifican: el PSOE es un grupo político más amplio. Y queda todavía más de manifiesto, si cabe, por la ausencia de consenso en un posible pacto con Podemos, ya que puede afectar mucho a la esencia de un partido que, al menos hasta ahora, tenía ciertos puntos nucleares bien definidos, y sobre los que se apoyaba buena parte de su electorado. Sobre todo, por el hecho de que pretende un maridaje peligroso con un partido que no aporta soluciones: sí un diagnóstico claro (corrupción, fracaso social, abusos...), pero, repito, no da un tratamiento adecuado y solvente para un cuerpo enfermo que está amenazado por la gangrena en distintos órganos y extremidades. ¿Habrá un verdadero sentido de Estado, como el que sí que había en el tan invocado –pero esencialmente olvidado- periodo de la Transición, o la ambición y el ansia de gobierno abrirán con prisas a un enfermo sin saber cómo curarlo?