Cerrar la verja de Gibraltar

La historia del conflicto de Gibraltar muestra una línea constante a lo largo del tiempo: el Peñón y la propia Inglaterra han ido aumentado el territorio, el uso de costa y aguas, tienen aeropuerto aumentado…; han mejorado, en fin, sus posiciones, mientras que España ha ido retrocediendo y perdiendo vez tras otra.

Además, al menos por lo comprobado hasta ahora, se trata de movimientos sin retroceso. Nunca han retrocedido en nada. Avance conseguido por los llanitos o por la potencia colonizadora, ya no hay marcha atrás. Así, durante los tres siglos que nos preceden.

Los analistas coinciden en que la única vez que Gibraltar lo pasó mal, muy mal, fue con el cierre de la verja, en tiempos del ministro Castiella y con Franco al frente del país. La colonia estuvo al borde del colapso, y a Londres le empezó a costar tanto dinero mantener su presencia en la Roca que se planteó muy seriamente una salida en la dirección de marcharse de allí. Citar a Franco parece que descalifica cualquier opción, pero se trata de ser pragmáticos y de ver si la medicina produce efecto, al margen de quién la haya administrado.

Desde luego, en esta pelea con Gibraltar y con Inglaterra, la opción no es una guerra. Está claro. Resulta evidente que no se trata, ni mucho menos, de colocar a las respectivas marinas una frente a otra y que diriman el contencioso a cañonazos.

La buena dirección es aplicar estrictamente, en serio, lo que se lee en el Tratado de Utrecht. Y trabajar a reglamento en la frontera, apretar contra las redes de contrabando de tabaco, vigilar las entradas y salidas de dinero, inspeccionar a los miles de llanitos que en realidad viven en España pero no aportan aquí ni una libra, controlar las sociedades de apuestas on line, conseguir que deje de ser un paraíso fiscal…

Y siempre nos quedará la opción final de cerrar la verja. Aunque pueda parecer ex temporáneo y fuera de los tiempos. Pero es que, seamos claros: en este asunto, Inglaterra nunca se ha comportado con España ni como amigo, ni como socio, ni como nada. Tradicionalmente ha maltratado los intereses y aun la sensibilidad de los españoles, sin importarle lo que aquí se pensara, enviando submarinos nucleares a la Roca, embarcando allí a los príncipes herederos en su luna de miel, maltratando a los pescadores, llenando de barcos-gasolineras la bahía, construyendo urbanizaciones fuera de sus términos, ahora lanzando bloques de hormigón en aguas españolas…

Un cierre de la verja plantearía, como requisito previo, un nuevo plan de industrialización del Campo de Gibraltar, dirigido a emplear a los seis o siete mil españoles que hoy trabajan en la colonia.

No estoy hablando de simple patriotismo. Hablo de exigencia de respeto, y de cumplimiento de los tratados y de la legalidad internacional. Y de que son muchos los que están ya hartos.

editor@elconfidencialdigital.com

 

Twitter: @JoseApezarena

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