Comunidades autónomas en rebeldía

Parece comúnmente aceptado que uno de los problemas más graves que sufre hoy España es el sistema autonómico, económicamente insostenible en su versión actual.

Y que una de las principales resistencias de Europa, a la hora de ayudar definitivamente a nuestro país a salir de la crisis, es la profunda desconfianza de que sea capaz de arreglar tal desaguisado.

Mientras en Bruselas no exista certeza de que se ha encarrilado el problema, no se animarán a proporcionar los recursos necesarios para solventar nuestra crisis.

Por eso, resultan altamente desalentadores los mensajes que, un día sí otro también, se envían desde Madrid. El mensaje de que el Gobierno no controla a las autonomías. Y, lo que resulta aún peor, que no lo va a lograr.

Con lo que el problema se torna irresoluble.

La reunión del Consejo de Política Fiscal ayer constituye otro episodio negativo, que engorda tan pesimista sensación.

El consejero catalán, de entrada, ni asistió. Y el representante andaluz abandonó sonoramente la reunión dando un simbólico portazo. Junto con Madrid, son las autonomías más importantes.

Las comunidades se encuentran fuera del control del Gobierno. Y, mientras no lo consiga, parece improbable que Europa nos socorra de verdad.

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