Crisis de Gobierno o… forzar una crisis de Presidente

Ha sido una semana horrible para José Luis Rodríguez Zapatero. Se atribuye a personas de su entorno el comentario de que ha vivido uno de los peores tragos de toda su historia como presidente. Barack Obama no vendrá a la cumbre UE-Estados Unidos, la bolsa ha sufrido un crash, la encuesta del CIS coloca al PP a cuatro puntos de distancia, los controladores están subidos a la parra, se anuncian medidas económicas que luego hay que retirar, el paro… Y encima uno de los barones del partido ha pretendido “hacerle” una crisis de Gobierno.

No le van a perdonar fácilmente a José María Barreda, dentro de su propio partido, la intempestiva sugerencia a Zapatero para que proceda a una remodelación del Gabinete en cuanto termine la presidencia europea. Porque, además de perturbar la tranquilidad del inquilino de La Moncloa, ha puesto en evidencia lo que tantos pensaban: que el actual Ejecutivo es una catástrofe.

¿Y por qué Barreda, un hombre más bien pacífico, se ha tirado a la piscina sin mirar a ver si había agua? Porque tiene comprobado que este Gobierno, en lugar de ayudar, en lugar de contribuir a mejorar sus expectativas electorales, le está hundiendo. Y cree que, si hay una crisis, el impulso, al menos mediático, de ese cambio modificará la tendencia.

A rectificar al presidente castellano-manchego y su petición han ido saliendo, casi en tromba, José Antonio Alonso, José Blanco, Leire Pajín, José Montilla… A pesar de eso, dentro del PSOE son muchos los que opinan que el actual Gobierno constituye un enorme fracaso y, lo que es mucho peor, que va a penalizarles en las urnas. Viene elecciones catalanas a las puertas, pero se juegan muchos más puestos (y por tanto muchos pucheros) en las municipales y autonómicas del año próximo.

A Zapatero otra vez le han querido “hacer” la crisis. Ya se la hicieron la anterior, contra su voluntad, por culpa de Manuel Chaves, que se fue de la lengua. Estaba prevista precisamente para después de la presidencia europea, la adelantó porque las cosas marchaban regular, y, encima, tuvo que anunciar los cambios a todo correr porque los nombres rodaban en los mentideros. Y le pasó lo mismo con la salida de Bono.

¿Dónde está el banquillo?

Lo patético es que se le esté pidiendo que cambie un Gobierno que está achicharrado pero que tiene menos de un año, desde el pasado abril. Y que a su vez sustituía al que salió de las elecciones de 2008, que contaba apenas un año de vida. Demasiados cambios, demasiados Gabinetes para casi nada.

Cuando ha saltado la discusión crisis sí, crisis no, la siguiente pregunta ha sido: ¿Para nombrar ministros a quién? Es decir, la discusión se ha trasladado a si el actual PSOE tiene suficiente banquillo como para nutrir un renovado y movilizador Consejo de Ministros.

¿Hay banquillo? Puede ser, pero los pocos nombres que se han manejado, o son desconocidos, o resultan intocables. Por ejemplo, Patxi López, a quien sería una locura sacar del País Vasco, donde tiene tajo tal que, si le sale bien, hasta puede pasar a la historia. El extremeño Fernández Vara tampoco es aconsejable que lo muevan. Y así con la mayoría de los barones. Y del resto, apenas son conocidos.

 

Ni elecciones anticipadas ni moción de censura

Aprovechando la marejada, el Partido Popular ha jugado de farol al hablar de moción de censura, por supuesto constructiva. Porque, en voz baja, ha puesto una condición para presentarla: “Si tenemos apoyos suficientes para plantearla”. O sea, que, como no los tiene, censura no va a haberla.

Son fuegos de artificio. La doctrina que siempre se ha escuchado en el PP es que la moción de censura se presenta “para ganarla”. Y ahora no la tiene asegurada. Ni posiblemente la tendrá en esta legislatura.

Y, al paso, hay quien ha sugerido que Rodríguez Zapatero tendría que optar por adelantar las generales. Propuesta vana, porque, si algo no va a hacer el presidente del Gobierno, es disolver las Cortes y convocar elecciones. Sencillamente, porque atraviesa el peor momento de toda la Legislatura y, por tanto, hacerlo se convertiría en un suicidio. Ahí está la encuesta última del CIS.

En plena crisis económica, la única esperanza del PSOE es que remonte la situación y que, de aquí al 2012, los españoles ya no sufran tanta penalidad como padecen. El problema es que son muchos los socialistas que ahora piensan que la bonanza no llegará a tiempo.

Crisis… de Presidente

Las críticas internas, en relación con una crisis, se centran en que este Gobierno no sirve, no funciona, no da garantías. Los medidas de ida y vuelta que se han ido anunciando estos días, como el alargamiento de la jubilación hasta los 67 años, o el famoso “ensayo” de Elena Salgado y sus muchachos para el cálculo de la pensión sobre los últimos 25 años de cotización, han puesto en ridículo al Gabinete. Y ha encabritado a los hasta hoy inofensivos y paniaguados sindicatos, es decir, a UGT y Comisiones Obreras.

Por citar solamente una frase, demoledora por cierto, viene a cuento el comentario que acaba de hacer Fernández Toxo, refiriéndose al Gobierno: “Parecen un equipo de aficionados, manejando cosas muy importantes”. En fin, que le han perdido el respeto.

Pero no hay que olvidar que este Consejo de Ministros, como todos los anteriores, lo ha nominado José Luis Rodríguez Zapatero. Que va, así, acreditando una notable incapacidad para elegir con acierto a sus acompañantes.

Así que a lo mejor el problema es Zapatero. A quien, como algunos comentan, ya hasta le toman a broma, que es lo peor que le puede ocurrir a un político. El incidente con “míster Bean”, o el sainete en Davos con la traducción al inglés, o los dos últimos desplantes de su amigo Obama, pueden ser algunas muestras.

Por tanto, ¿crisis de Gobierno o crisis de presidente? Ya hay movimientos internos en el PSOE que se plantean la pregunta de si con Rodríguez Zapatero como cabeza de lista van a poder ganar.

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