Delito de currículo

Es que no aprenden. No aprenden que los currículos los carga el diablo. Los currículos falsos, claro.

Por lo visto, se han olvidado de Luis Roldán, el ex director general de la Guardia Civil que acabó en la cárcel. Batió un récord. Seguido a corta distancia de un gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, que también terminó en prisión.

Pero me estoy distrayendo. Quería hablar del delito de currículo.

Puedo revelar que, cuando saltó el escándalo de las falsas titulaciones de Roldán, algunos periodistas decidieron investigar nada menos que al vicepresidente del Gobierno, el entonces todopoderoso Alfonso Guerra.

El motivo de esas pesquisas era que en su currículo figuraba como licenciado en Filosofía y Letras y también Perito Industrial, algo que parecía excesivo. Se demostró, sin embargo, que poseía ambas titulaciones. Así que no hubo noticia.

Tras el precedente de Luis Roldán, parecería obvio que a nadie más se le ocurriera falsificar sus datos personales. Y mucho menos a un político.

Pero no. Los dos últimos incidentes hablan del secretario de Estado de la Seguridad Social, Tomás Burgos, que durante tres legislaturas hizo constar en su ficha del Congreso que era “licenciado en Medicina”. Y no lo es.

El último incidente alcanza a la ‘número dos’ del PSOE, Elena Valenciano. La página web del Parlamento Europeo la presenta como “licenciada en Derecho y Ciencias Políticas”. Y tampoco lo es. No tiene ninguna carrera universitaria.

Ella ha querido explicar que se ha debido a un error de traducción porque sólo declaró que “tiene estudios en Derecho y Ciencias Políticas”. Y yo me pregunto: ¿es que nunca leyó su currículo tal como aparecía en esa web? ¿Tampoco para comprobar, por ejemplo, que la edad estaba bien puesta, o para ver su foto?

 

Por cierto, que también en el periodismo ha habido algunos, y no precisamente unos desconocidos, que se han apuntado estudios que no tenían.

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