Justicia buena, justicia mala… justicia

Casi cada día comprobamos cómo el poder judicial, los tribunales, se constituyen en elementos decisivos para la vida de este país, pero más aún en cuestiones y situaciones críticas, donde al final tienen la voz cantante.

Los asuntos sobre los que entienden y que dirimen son, en tantos casos, de altísima importancia, y como consecuencia sus decisiones marcan los rumbos del país.

Una audiencia acaba de plantear dudas sobre la constitucionalidad de la supresión de la paga extra a los funcionarios, y ha elevado la cuestión al TC.

Al mismo tiempo, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla La Mancha ha avalado la supresión de las urgencias rurales acordado por la Junta, pero lo ha impedido en tres pueblos, los tres que recurrieron la medida, tras lo cual la Junta ha anunciado que paraliza esos cierres.

A ello se suma la decisión del instructor del sumario por el ‘caso Urdangarín’ de imputar al secretario de las infantas, además de haber fijado para los dos principales implicados, el duque de Palma y Diego Torres, una fianza de 8 millones de euros. Y lo que nos espera todavía.

Confieso que guardo no pocas reservas, y aun críticas, sobre el funcionamiento del sistema judicial en España. Hay tardanzas, disfunciones y hasta errores graves… Y, sin embargo, he de reconocer que, con sus problemas y sus carencias, en general la justicia funciona en este país. Menos mal. Eso nos salva.

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