Llaman los ministros: ¿Qué sabes de la crisis?

Las páginas de El Confidencial Digital han explicado con detalle una de las estrategias que viene diseñando La Moncloa para que Zapatero remonte el vuelo, políticamente hablando: remodelación del Gobierno en cuanto finiquite la presidencia europea, es decir, en julio.

Ese plan incluye al menos tres componentes. El primero, una reducción de ministerios, con lo que Zapatero podrá vender que, igual que ha aprobado recortes que castigan a funcionarios y pensionistas, también el Ejecutivo que preside se aprieta el cinturón.

El segundo, formar un Gobierno de ‘notables’ y de fieles, con gran peso político, que cierre filas con su persona, con el que afrontar con garantías la segunda mitad de la legislatura.

Y el tercero que, una vez producido, Zapatero podrá acudir al Congreso, al debate sobre el Estado de la Nación, retrasado hasta mediados de julio, con un anuncio que rompería el actual guión y situaría las discusiones en terreno propio, fuera de la delicada encrucijada que vive hoy.

Eso permitiría al presidente gestionar el pleno de forma muy diferente a las angustias que tuvo que sufrir con la votación del ‘tijeretazo’, que sacó adelante por los pelos, con un solo voto de diferencia y habiéndose quedado absolutamente solo porque todos los grupos parlamentarios le dieron la espalda. Ese amargo trago le gustaría ahorrárselo esta vez, si posible fuera.

Moncloa dice que no

Sin embargo, desde La Moncloa se han aplicado estos días a decir que no está prevista ninguna crisis. Normal. Es parte del guión. Jamás en la vida, un presidente o un Gobierno han ‘anunciado’ que estaban preparando una remodelación.

No obstante las negativas, unas palabras de Zapatero a mediados de semana, hablando de modificar y reducir la estructura del Gobierno, volvieron a suscitar las expectativas de crisis, nuevamente vuelta a negar desde el entorno presidencial, que pretendió tapar esa pista reduciéndola a la intención de suprimir un centenar de subdirecciones generales.

También desde el PSOE se ha escuchado que no está previsto un movimiento de ministros. Pero es que, como bien ha recordado el propio presidente, tales nombramientos y ceses son competencia exclusiva suya: el partido no tiene nada que decir, ni hay motivo para que lo sepa, y de hecho nunca se le ha consultado.

 

Los ministros llaman por teléfono

Que hay runrún de crisis de Gobierno lo demuestran, a su vez, dos cosas. La primera, que podemos aportar como clave novedosa de la semana, es que hay algunos ministros que se están dedicando a llamar por teléfono aquí y allá, pero sobre todo a aquellos que consideran que andan en el meollo de la cuestión, para preguntarles: “¿Tú, qué sabes de la crisis de Gobierno?”.

Si los propios ministros circulan con la mosca detrás de la oreja, afanados en atisbar las intenciones de su jefe, es que algo se malician. Y, al mismo tiempo, revela la ignorancia en que les tiene el inquilino de La Moncloa.

A lo cual hay que sumar las apuradas voces de algunos presidentes autonómicos, como el extremeño Guillermo Fernández Vara y el castellano-manchego José María Barreda, quejándose de la inanidad del Gobierno y reclamando el nombramiento de un equipo con más fuste y mayor pegada política.

Quinielas

El segundo síntoma es que han empezado a cocerse las quinielas de salientes y, sobre todo, de posibles entrantes en un nuevo Gabinete.

A ese respecto, como se ha contado en las páginas de ECD, circula ya la especie de que el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, podría marcharse a la embajada en Rabat, y que de hecho el Gobierno habría solicitado a Marruecos el ‘placet’ para el nombramiento. Poco parece tal destino para quien ha sido ministro, pero lo cierto es que la especie circula, sobre todo en los ámbitos marroquíes.

Lo mismo que se insiste en que al hoy ministro del Interior no le disgustaría un retiro dorado en la embajada de España ante la Santa Sede, cargo que se apresta a abandonar el gallego Paco Vázquez para retornar a España.

El propio Alfredo Pérez Rubalcaba ha comentado de nuevo a su entorno que “está cansado”. La hipótesis no parece del todo descabellada, salvo que en esa remodelación resulte elevado al rango de vicepresidente del Gobierno, un ascenso que no rechazaría, sino más bien todo lo contrario. Compartiría nivel con José Blanco, ascendido a la misma categoría

Solana y Almunia

Siguiendo con el mundo de las quinielas, dos de los nombres, de pesos pesados socialistas, que han empezado a manejarse son los de Javier Solana y Joaquín Almunia. Dos veteranos, por cierto. De esos que laminó Zapatero apenas ser elegido secretario general del PSOE.

Respecto al primero, hay que reconocer que resulta muy llamativa la desproporción entre la prestancia del último cargo ostentado, nada menos que responsable de la política exterior europea, como “míster PESC”, y lo anodino de su situación actual, relegado a cargos y funciones de segunda o tercera. Una recuperación de Javier Solana otorgaría el nuevo Ejecutivo relevancia máxima, al menos de cara a los socios comunitarios y del otro lado del Atlántico.

En cuanto a lo segundo, es decir el retorno de Joaquín Almunia a la política nacional, sin duda que su incorporación, como máximo responsable de la economía española, otorgaría al nuevo ejecutivo una credibilidad internacional máxima, que aliviaría sensiblemente la pérdida de confianza de mercados e inversores. Aparte de que a él mismo le pueda o no apetecer, que más bien parecería que no, el problema es que resulta bastante improbable que España renuncie a que el ‘número dos’ de la Comisión Europea sea español, después de lo que cuesta colocar a alguien en responsabilidades de ese estilo.

A todo esto, siguiendo con la crisis de Gobierno, la única duda de fondo es si Zapatero querrá quemar esa baza precisamente ahora, en vísperas del verano, o preferirá dejarlo para octubre, cuando se inicie el nuevo curso político. Optar por lo primera permitiría a los nuevos ministros dedicar la canícula a ponerse al día, mientras que dejarlo para después abriría un periodo de interinidad que llevaría todo hasta finales de año. Y el país no está para perder el tiempo.

Del Mundial a la política

Ha echado ya a andar el Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Que ¿qué tiene que ver esto con la política? Muchísimo. Siempre los políticos han buscado lucrarse del glamour y la popularidad por el sistema de ponerse al lado de los victoriosos. Sin ir más lejos, Zapatero acaba de recibir en La Moncloa, y fotografiarse con ella, a Edurne Pasabán, la montañera vasca que ha coronado los catorce ochomiles que hay en el mundo.

El Mundial, no solamente distraerá al personal de algunos de los problemas que le aquejan, sino que parece que el Gobierno se ha propuesto sacarle algún rédito político, al menos en cuanto a unas citas próximas bastante incómodas.

Resulta que el decreto de la reforma laboral será dado a conocer por el Gobierno el mismo día en que la Selección española disputará su primer partido. ¿Simple coincidencia? Y ocurre también que el debate sobre el Estado de la Nación ha sido fijado para el día de la final de ese Mundial. ¿Otra casualidad? No parece.

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