Eso, eso, menos diputados y senadores

Por lo visto, y así se ha publicado, Mariano Rajoy tiene intención de plantear, dentro de sus propuestas de cambio, una reducción en el número de diputados y senadores.

No puedo estar más de acuerdo con la iniciativa.

Acabaría la bochornosa impresión que produce ver a centenares de parlamentarios, centenares, como suena, sin otra cosa que hacer que accionar un botón.

Y, además, en tan fatigoso menester, sin gastar ni un gramo de materia gris, porque se limitan a atenerse sin excepción a las indicaciones del respectivo jefe de filas. ¡Qué enorme pérdida de tiempo y que gasto tan innecesario!

Y desaparecería tal vez la desoladora imagen de sesiones plenarias con los escaños vacíos, que tantas veces han reproducido los periódicos en sus portadas, y que indignan a los ciudadanos, que son los que pagan, pagamos, sus sueldos.

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Sobran diputados y senadores por todas partes. Hasta hace muy poco, afirmarlo parecía poco menos que un delito de lesa democracia.

Estamos en tiempos de crisis, hay que apretarse, recortar aquí y allá, y pocos sitios más apropiados que aplicar la tijera en las dos cámaras legislativas.

Si se redujera a la mitad el número de diputados y senadores, aún me parecerían muchos, para el trabajo real que realizan la mayoría de ellos.

Ya sé que, cada vez que se afirma algo así, o sea, que los parlamentarios no pegan palo al agua, se escucha que existe un trabajo que no vemos, que es el que se hace en los despachos, preparando propuestas, enmiendas…

Es cierto. Hay unos cuantos que sí, que quizá se ganan el sueldo. Pero son una escueta minoría. Los demás se han ganado con creces aquel bochornoso calificativo de “culiparlantes”.

Así, que, menos diputados y menos senadores. Muchos menos.